sábado, 13 de abril de 2019

ZMM: Los Uros (Cuento)


Las tradiciones orales que el lago Titicaca que hoy en día conocemos, no habría estado tan tranquilo de no ser de unos seres que a continuación les voy a contar:

En dicho lago habitaban unos seres anfibios, quienes no permitían que la gente lugareña beba, recoja y menos sumergirse en sus aguas. Esas criaturas desde tiempos inmemorables causaban terror y se creían los dueños de nuestro lago Titicaca. Hasta que un buen día, cansados los habitantes que vivían cerca de allí, que les imploraron a sus dioses locales para que intervengan y que expulsen a aquellos demonios. Y tanto fue el ruego, y tanto fue la súplica que aquellos dioses bajaron del firmamento, y se posaron a la altura del nivel de dicho lago, pero sin mojarse.

-Hemos escuchado vuestras plegarias –exclamaba uno de aquellos dioses-. Estamos enterados del problema diario que sufren a causa de aquellos monstruos marinos.

-Así es. Somos conocedores de su situación. De tal modo que procederemos a expulsar a aquellas bestias de la faz del antiplano.

Los pobladores al oír las palabras de aquellas deidades, sintieron un gran alivio. Y estaban expectantes de lo que ocurriera en aquellos momentos.

-Somos los “Uros”. Estamos aquí desde que esta tierra y este lago aún no existían. Estamos al tanto de todos los problemas y enfrentamientos de este planeta. ¿Dónde y cuándo se aparecen aquellos monstruos?

-Señores Uros, según sabemos, aquellas criaturas aparecen a veces por las mañanas, pero a veces también nos sorprenden por las noches. De tal modo que vivimos en la angustia de no saber cuándo acercarnos a este lago.

-Ya veo. Así que no tienen hora de aparición. Muy bien, entonces, escuchen: Nosotros permaneceremos ocultos entre las nubes. Mientras tanto, ustedes estén pendientes sobre la aparición de esos monstruos. Y cuando vean que están visibles, soplen sus cuernos y nosotros bajaremos a hacer justicia.

Dicho y hecho. Los Uros se escondieron entre unas nubes, y mientras tanto, los pueblerinos estuvieron cerca, muy cerca a aquel lago. Fue entonces, cuando aquellas criaturas sintiendo que invadían “su lago”, hicieron acto de presencia. Y confiados de su temeraria fisionomía y peligrosidad. Sin más miramientos, salieron de las aguas y se disponían a atacar a las personas que estaban cerca. Entonces, conforme a lo acordado, los pueblerinos soplaron como nunca sus cuernos. Y como arte de magia, descendieron al nivel de las aguas una vez más los Uros. Dicho encuentro sorprendió a aquella gente, pero tanto aquellos monstruos como los Uros, estaban tranquilos. Confiando cada cual en sus poderes y fortalezas.

-Ustedes deben ser las criaturas que espantan y prohíben a esta gente, para que hagan uso de estas aguas.

-Jajaja, así es. Ya que este es nuestro lago, por tanto, nadie más puede beber, bañarse ni nada parecido.

-En seguida proseguiremos a borrar esas sonrisas de sus espantosas caras para siempre.

-Jajaja, ¿de veras? ¿Y cómo lo harán?

-Nomás abran bien sus ojos.

Y ante la presencia de los habitantes de aquella parte del antiplano, como de aquellas criaturas, los Uros se convirtieron en gigantes marinos, y sin más comentarios, procedieron a devorar a esos monstruos, ante la vista y paciencia de aquella gente. Una vez que terminaron con el último bocado, volvieron a su tamaño inicial y les aseguraron a aquellos pueblerinos que nunca más serían molestados por aquellas bestias, ni nada por el estilo. Y aquellos pueblerinos estuvieron tan agradecidos, que desde ese día llamaron a la isla de totoras que flota en las aguas del lago Titicaca, con el nombre de “Los Uros”. Y dicha isla, a pesar que el tiempo ha pasado, continúa siendo un lugar turístico, donde llegan muchas personas de muchos lugares, y se siguen admirando, al ver a una isla de totoras que supervive y flota en medio del archiconocido lago Titicaca. Nuestro patrimonio peruano.

Juan Mujica


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