Juan Mujica
Añorada
seas dinastía,
cuando
los incas habitaban,
quedaba
la mirada hastía,
pues de
terrenos se bastaban.
Huayna Capac
fue bizarro,
por la
máxima expansión,
hasta
que vino Pizarro,
con su
pútrida invasión.
La República
iniciamos,
con
vecinos ambiciosos,
pero
nunca renunciamos,
en vencer
a sediciosos.
Nuestro
lamento no calma,
llenos
de ira recordamos,
que fue Leguía sin alma,
culpable
que cedamos.
La
tajada que tenemos,
hay que
quererla mucho,
ya
dejar no debemos,
que nos
quiten ni un pucho.
Unamos nuestros
corazones,
luchando
con temple y arrojo,
nos
sobran las razones,
se
resumen en blanco y rojo.
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