Una tarde cualquiera un hombre sale al bosque a pasear. Vio los árboles, dos lagunas, una cascada, animalitos que paseaban a su paso; cuando de pronto se ve invadido por un enorme cansancio. No podía dar un paso más, así que decide descansar al pie de un secoya. Duerme varias horas, pero al despertar se siente extraño.
Se mira los brazos, se mira las piernas y no puede creerlo. Estando junto a una de las lagunas ve su reflejo y no puede reconocerse. Sus brazos, sus piernas y todos los contornos de su cuerpo tienen corteza. Se había convertido en árbol. A las justas podía movilizarse y menos caminar. A su alrededor oye voces:
-Es tu castigo.
-Bienvenido al club.
-Saludos hermano enraizado.
Le dicen los árboles a su alrededor, pero él sigue aterrorizado, y como si fuera un sueño kafkiano, decide tomar nuevamente una siesta, esperando despertarse y que todo vuelva a la normalidad.
Al despertar se ve dentro de un camión, conjuntamente con otros árboles. Y les pregunta a dónde los llevan.
-A nuestro destino.
-Nos llevan a convertirnos en muebles.
-¿En muebles? ¡No puede ser! ¡¡¡Oigan, yo no soy árbol!!!
-Es inútil. Acepta tu destino.
-¡¡¡Noooooo!!!
Al dar dicho grito se despierta en su cama, y corre y se ve en el espejo. Viendo con alivio que seguía siendo humano. Vuelve a acostarse tranquilo para retomar su descanso. Sin embargo, siente una molestia en el estómago. Como un piqueteo. Se levanta la camiseta y ve que tenía un nido de pájaro carpintero en su abdomen que nuevamente era corteza. No podía creerlo, era árbol en la realidad, o así se estaba convirtiendo. No podía creerlo, y espantado volvió a dar un grito, despertando en una mueblería convertido en estante.
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