sábado, 10 de septiembre de 2011

El Yeti y Pie Grande

Juan Mujica

Cierta mañana de verano, el abominable hombre de las nieves, más conocido como el Yeti, le dejó el recado a Papa Noel que se iba a visitar a su entrañable amigo Pie Grande. Sin embargo, como la computadora de este último estaba malograda, no llegó a recibir el correo electrónico de su amigo en que le anunciaba su llegada.

Dicho y hecho, el Yeti llegó hasta donde se encontraba su amigo en un bosque misterioso. Estaba descansando de lo lindo, meditando y haciendo la digestión luego de haberse comido un par de zapatos que le regalaron, pero que no le habían quedado y no vio mejor idea que aunarlos a su menú.

El encuentro fue apoteósico. Los dos monstruos se dieron varios abrazos y luego el anfitrión lo invitó a tomar asiento, pero también le invitó un par de cervezas. Estuvieron conversando sobre lo cargosos que habían sido los humanos tratando de encontrarlos y fotografiarlos para alcanzar fama. 

Como comprenderán el lenguaje que utilizaban era rudimentario y primitivo. Algo así como:
-Grrrr….humanos malditos, tener que asesinarlos para dejar de joder.
-Claro, no poder vivir en paz con tantos de ellos invadiendo nuestras tierras…grrr.

            Cuando ya se hizo de noche, el Yeti le dijo a Pie Grande que tenía que acostarse temprano, porque necesitaba madrugar, ya que Papa Noel le había pedido que lo ayude a cambiar las llantas de su trineo. Pie Grande comprendió y lo invitó a que se quedara a dormir en su lujosa cueva, y así podría despertarse temprano, gracias a su gallo que lo tenía amenazado que el día que no cante se lo come.

Los dos amigos se durmieron y al día siguiente, el Yeti despertó muy molesto y le dijo a Pie Grande:
-Tú roncar muy fuerte y robarte las sábanas, grrrr.
-Disculpar amigo, pero tampoco tú ser muy educado. Hablar dormido y ventosearte cinco veces.

            Los dos amigos se disculparon y el Yeti partió al polo norte muy temprano, y Pie Grande le deseo muchos éxitos, luego que los paparazzis tomaron muchas fotos de ambos. A ellos no les gustó aquellas tomas, pero antes de desaparecer les enseñaron el dedo medio que también fotografiaron.

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