Juan Mujica
Todo comenzó tras una gran tormenta, en que unos potentes rayos cayeron sobre unos edificios de la residencial San Felipe. Sin embargo, la misma noche hubo pasado lo mismo en las Torres de Limatambo. Así que a la mañana siguiente los edificios, quienes habían estado estáticos por muchos años decidieron desenraizarse de sus cimientos y gozar del movimiento,
A los humanos, ello los asustó mucho, aunque no faltaron a los que les brillaron los ojos por las portentosas sumas de dinero que podrían ganar. Sin embargo, los edificios no estaban para ser esclavos. De seguro ya habría sido suficiente con todos esos niños gritando y todas esas jaranas de padre y señor mío. Ahora ellos reclamaban su independencia. Ya se imaginarán un ejército de edificios caminando y pisando autos, árboles y hasta humanos. El tránsito se volvió un caos y todos gritaban enloquecidos:
-¡¡¡El fin del mundo!!!
Mientras que algunos de los edificios decían:
-Al contrario, el inicio de la era “Edificacia”.
Y los edificios continuaban su marcha, sin embargo, uno de ellos que había “sapeado” un periódico, se enteró sobre la existencia del otro grupo de edificios. Esta noticia al principio les parecía alentadora, pero luego la prensa para variar tomó declaraciones de los líderes de ambos grupos y las exageró y causó la molestia en ellos.
Fue así que se declararon la guerra, y los dos ejércitos se dieron el encuentro. Mirándose fijamente con odio y al aviso de sus líderes, empezó el ataque. Nunca se vio a tantos edificios darse de puñetazos y patadas. Muchos balcones fueron destruidos, y también eran golpeados los pisos del medio y las azoteas. La batalla titánica estaba siendo dantesca.
Y mientras tanto Ares, el dios de la guerra, estaba espectando tal espectáculo y comiendo su canchita desde el Olimpo. Sin embargo, llegó Zeus y se dio cuenta de la situación. Ordenándole que frene la batalla. Así que dio una palmada y al instante se detuvieron y se volvieron inanimados. Y así quedaron estáticos y paralizados en posiciones de batalla. Y así fue que pasaron a ser patrimonio nacional. Y todavía hay gente que se entretiene subiendo y bajando de sus estructuras. Y todos ellos continuaron así hasta que se distrajera otra vez Zeus y Ares volviera a gritar:
-¡¡¡Al ataque, edificios!!!
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