sábado, 21 de febrero de 2015

Cuento de terror: El gran escape

Luego de una aparatosa caída de un transbordador, los cuatro tripulantes del Zeus 35, según los científicos terrícolas los dieron por muertos. Así que los llevaron a una especie de morgue. Colocaron los muertos en sendas camillas y los cubrieron con sábanas blancas. El lugar era lóbrego lleno de recipientes con cerebros y otros más grandes donde había cuerpos enteros. Justo era la noche de Halloween, y en plena morgue de repente se empezaron a mover aquellos astronautas que habían declarado como muertos.
            -¿Dóoonde estoy? ¿Por qué estoy aquí? –preguntó uno de los astronautas muertos, llamado Harry.
            -Al parecer estamos en un lugar que albergan a los muertos –respondió su compañero Isac.
En eso empezó a haber movimientos dentro de la morgue. Otros muertos que también se movían y que supuestamente habían declarado como difuntos.
            -Tranquilícense, que de aquí no hay marcha atrás. Somos occisos y estamos destinados a permanecer en este lugar, hasta que nos sepulten o algo por el estilo –explicó uno de los muertos que estaba en aquella morgue, llamado Brown.
            -Oigan, si estamos muertos ¿por qué nos movemos y hablamos?  -preguntó un tercero de los astronautas de nombre Billy.
            Resígnense que estarán aquí  por poco tiempo hasta que los llenen de tierra –comentó aquel personaje que ya tenía buen tiempo en aquel lugar. En tanto que aquel lugar como mencionamos estaba lleno de frascos con formol, y en la oscuridad se veía muy lóbrego.
            -Oigan, ¿por qué no aprovechamos la noche de Halloween para divertirnos con los vivos. Por lo menos así nos sentiremos dentro de su grupo –propuso Micky, que era el cuarto astronauta.
            -Su plan es descabellado. Nadie de nosotros ha realizado tal locura. Sin embargo, si es que aún nos queda un hálito de vida, salgamos y asustemos a la gente –replicó Brown.
Y ante el consenso unánime rompieron el candado con un fuerte martillo. Al verse libres se emocionaron. Sin embargo, la gente que pululaba por el lugar, al verlos como zombis corrió despavoridos. Y eso empezó a gustarles. E incluso se dieron el tiempo para tocar la puerta de algunas familias cercanas. Y al verlos así con ese camisón y con los ojos rojos. Unos se desmayaron, otros salieron a la carrera, y a campo traviesa.
-Jajaja, no me había divertido tanto desde que era adolescente –comentó uno de ellos.
Fue así que siguieron asustando a más personas. Algunos hasta pensaron que se trataba de personas con vida disfrazados, pero al verlos con la sangre que brotaba de sus cuerpos salieron despavoridos. No obstante, cuando volvieron a aquella morgue se dieron con la sorpresa que unos muertos de un cementerio                 cercano habían tomado el local y como se imaginarán ellos se habían desenterrado y como se enteraron que los astronautas habían salido a divertirse, pues entonces ellos  también querían hacerlo. Fue entonces que se armó una trifulca.
-¡Oigan, nosotros llegamos primero! ¡Lárguense de aquí! –manifestó Harry, siendo secundado por sus compañeros.
-¡No nos iremos, y no traten de botarnos, ya que como ven somos varias decenas y si quisiéramos los echaríamos de aquí a patadas! –contestó uno de los zombis del cementerio.
Y fue así que ante los dimes y diretes, entraron en escena sin permiso un grupo de extraterrestres, quienes pusieron orden en el lugar. No obstante, cuando amaneció los muertos y los zombis se volvieron polvo, y los extraterrestres volvieron a su escondite dentro de las profundidades de la tierra, en la compañía de los gnomos y otros personajes fantásticos.

Juan Mujica




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