Siendo todavía joven me dieron ganas
de viajar a un punto alejado de la ciudad. No obstante, mi motocicleta empezó a
fallar. Hace unos días también había notado un desperfecto, pero hoy si
sucumbió y se rompieron ambas llantas. Fue entonces que entré a un restaurante
y como tenía sed y cólera, lo primero que se me ocurrió fue pedir una jarra de
pisco sour. Y sin más miramientos, degusté, caté y absorbí todo aquel líquido
elemento. No pasaron más de media hora, y empecé a experimentar los primeros
síntomas de un hombre muy ebrio. En tal estado empecé a alucinar imágenes
discordantes con la realidad. Frente a mi vista cruzó el D´Lorean de
"Volver al futuro", también pude ver a E.T., y en esos momentos las
imágenes no cesaban, hasta que se acabó la jarra y le pedí, casi balbuceando al
mozo:
-Oe, compare... tráeme más pisco
sour.
-Ya se acabó señor. Ud. se tomó la
última jarra.
-¿La última?... pucha, ¿y ahora qué
hago, adónde consigo más trago?
En eso contemplé algunos cuadros que
adornaban la taberna. Y uno de ellos me gustó mucho. Así que me dije, seguro
que allá habrá más trago.
-Chao, Ladislao, y chao colegas
borrachos.
Abrí la puerta de salida y para mi
mala suerte apareció. Un automóvil muy fino que me dio una buena embestida.
Quedándome tirado en la pista y solo recuerdo que, en la punta delantera de
aquel fino automóvil, había una réplica en miniatura de la estatua de la
Libertad. Así que me dije:
-Si Mahoma no va a la montaña... la
montaña vino a Mahoma... hic, hic, hic...
Esgrimista
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