Si
llegase el gran hidalgo,
buscaría
su revancha,
con rocín
y gran galgo,
Lima
sería La Mancha.
Lo
primero que él haría,
encontrar
su Dulcinea,
y en las
plazas gritaría,
todo lo
que planea.
El
novelesco cabalgante,
de yelmo
y armadura,
al galope
de Rocinante,
crearía
su aventura.
En la
casa del alcalde,
pediría
lo nombren caballero,
esta vez
sería en balde,
perseguido
en patrullero.
Montado
en mi corcel,
rastrearía
a Don Quijote,
volviéndome
un doncel,
no habría
a quien derrote.
A falta
de enemigos,
de su
mente sacaría,
atacar a
mendigos,
que luego
mataría.
Entraría
en el Congreso,
protestando
fervoroso,
alegatos
sin progreso,
recitante
clamoroso.
Luego ya
en palacio,
con
locura extremada,
lucharía
cual reacio,
al rescate
de su amada.
Ya en
lecho de muerte,
sintiendo
su decadencia,
me
desearía gran suerte,
en motín
a presidencia.
Esgrimista
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