Yacen
en un viejo laboratorio decenas, cientos de cerebros humanos, enfrascados y
otros tantos al aire libre. Sin embargo, dichos órganos como todo resto humano
a pesar que se encuentran con preservantes, es inevitable que expelan una hediondez.
En este caso por la abundancia de ellos, se formó un fuerte olor que salía por
las rendijas de las ventanas y por debajo de las puertas. Así que en una noche
misteriosa dicha pestilencia llamó la atención de un extraño personaje. Un
científico extraterrestre que llegó en su nave espacial, casi imposible de
verlo. No obstante, sintiendo el olor a cerebros se hizo presente. Y era nada
menos que Cefalódeum. Un ser de inteligencia avanzada, pero malvado y
desquiciado. Proveniente del planeta Kraneón, que se ubica en el brazo Centauro
de la Vía Láctea.
Pues
bien, este científico loco salió de su nave espacial a través de una potente
luz verde. Descendió como levitando y hasta que pisó tierra firme. Vestía una
especie de traje plateado y dejando ver su cabeza prominentemente grande, en
que se veía su gran cerebro con nervalidades y muy parecido a los cerebros
humanos.
-Uxor
nelfar krilav zumoj alqkinor basdurlam –fueron sus primeras expresiones en su
idioma kraneoniano.
Traduciendo
quiso decir: “Vaya, así que aquí hay cerebros en abundancia”. Y continuó su
alocución:
-Bien,
muy bien. Creo que es hora que esos cerebros cobren vida y pasen a ser seres
animados. Sí, claro que sí. Jajajajaja.
Y
Cefalódeum no estaba bromeando ni jugando al malo del cuento. Claro que tenía
el poder para darles vida a aquellos órganos. Así que una vez dentro del viejo
laboratorio, levantó los brazos, abrió las palmas de sus manos y se concentró.
Luego de unos segundos se vio una gran energía salir de sus manos y siendo
transmitida hacia aquellos órganos. No tardando en movilizarse y empezar a
crecer y transformarse. Ya se imaginarán que este personaje con su poder les
dio vida y forma a aquellos cerebros. Y luego de lanzar unas carcajadas malvadas,
les dijo:
-Muy
bien, desde ahora ustedes son los cerebrolitas. Recuerden que están a mi mando
y que así como les di la vida también puedo volverlos al estado inanimado en
que estaban. ¿Entendido? –les habló como si fueran un ejército asesino.
Y
tal vez eso eran. Nada menos que un ejército de cerebros, convertidos en masas
cerebrales con cabeza, brazos y pies. No eran humanoides, tan solo una raza de
cerebrolitas, prestos a obedecer a Cefalódeum. Y si de eso dependía su
emancipación, pues así lo harían. Así que dicho científico kraneoniano y sus
creaciones se desvanecieron, y como almas se subieron a su nave espacial. Y se
veía que levitaban y todos entraron en dicha nave. Y al día siguiente muy
temprano, Cefalódeum conjuntamente con sus huestes asesinas atacaron
Washington. Específicamente a sus líderes. Aunque también a científicos
humanos, ya que los veía como una posible amenaza. Y se vio a los cerebrolitas
espantando a los estadounidenses. Y por supuesto se dio aviso a los demás
ciudadanos para que estén alertas. Sin embargo, no contento con asustar a los
humanos, les dio el poder a sus creaciones para que conviertan a estos últimos
en cerebrolitas como ellos. Y esta idea le gustó a Cefalódeum y se volvió a
carcajear. Y los humanos de Lisboa, Madrid, Roma, París, Moscú, y demás
capitales se vieron invadidas por estos monstruos, pero Latinoamérica tampoco
se salvó y los gritos y transformaciones se expandieron por Lima, Santiago,
Bogotá, Quito, La Paz, etc. Al parecer todo estaba saliendo según los planes de
Cefalódeum.
-Jajajaja,
estos humanos ya mejoraron de aspecto. Ahora también son cerebrolitas, jajajaja
–reía el kraneoniano y le brillaban los ojos de su horrenda cara.
Por
el momento todas las capitales del mundo habían sido invadidas y sus habitantes
transformados en cerebrolitas. Al parecer la Tierra pronto sería llamada con
una nominación diferente y su aspecto también cambiaría. Sin embargo, porque el
destino no está marcado, cierto día miles de naves espaciales salieron a flote
desde las profundidades de nuestros océanos. Y de aquellas naves salieron otros
extraterrestres. Y como si fueran un gigantesco ejército de montoneros le
fueron a reclamar a Cefalódeum y lanzaron toda clase de rayos de energía a su
nave. Alarmado el kraneoniano salió y se alarmó al ver a tantos extraterrestres
que amenazaban con desintegrarlos. Sin embargo, confiado en sus creaciones dio
la orden de atacar. No obstante, el resultado fue una gigantesca carnicería con
cerebrolitas muertos y trozos de cerebros por todas partes.
-Muy
bien kraneoniano, ya te hemos vencido. Además nosotros llevamos milenios en
este planeta y no dejaremos que vengas a estropear y que hagas lo que te plazca
con lo que nosotros hemos conseguido por cientos de milenios –expresó un
representante, a quien llamaban Alfa cero.
-Así
es. La situación está de nuestro lado. Por lo cual te vamos a pedir por las
buenas que te largues de aquí inmediatamente. Pues ahora ya no tienes ejércitos
que te obedezcan y si piensas traer a seres kraneonianos de tu planeta, pues
nos veremos en la necesidad de vencerlos en dantesca batalla y de ser posible
hacer explosionar Kraneón con todos ustedes dentro, ¿entendido? –habló esta vez
otro personaje, como de dos metros y con barbas blancas y grandes ojos rojos.
Lo llamaban Helium.
-¿Rendirme?...
jamás. ¿Me oyen? Jamás. Ahora mismo me largo, pero regresaré con cientos de
ejércitos de kraneonianos.
Dicho
esto, Cefalódeum subió a su nave espacial y abandonó la Tierra. Sus ojos
brillaban como quien fuera a realizar una fuerte venganza. Sin embargo, al
llegar a Kraneón fue detenido por las autoridades kraneonianas por el cargo de
hurto de vehículo y reproducir seres extrakraneonianos sin licencia. Así que
fue condenado a pasar los próximos 500 años en prisión. Por su parte, en la
Tierra estaban a la expectativa de la venganza de Cefalódeum. No obstante, los
adivinos advirtieron sobre el arresto. Volviendo la calma en las capitales del
mundo.
-¿Cerebrolitas?
Jajaja –burlábanse los guardias y presos en los próximos 500 años, en aquella
cárcel kraneoniana.
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