martes, 17 de julio de 2012

Los Cerebrolitas


Juan Mujica

Yacen en un viejo laboratorio decenas, cientos de cerebros humanos, enfrascados y otros tantos al aire libre. Sin embargo, dichos órganos como todo resto humano a pesar que se encuentran con preservantes, es inevitable que expelan una hediondez. En este caso por la abundancia de ellos, se formó un fuerte olor que salía por las rendijas de las ventanas y por debajo de las puertas. Así que en una noche misteriosa dicha pestilencia llamó la atención de un extraño personaje. Un científico extraterrestre que llegó en su nave espacial, casi imposible de verlo. No obstante, sintiendo el olor a cerebros se hizo presente. Y era nada menos que Cefalódeum. Un ser de inteligencia avanzada, pero malvado y desquiciado. Proveniente del planeta Kraneón, que se ubica en el brazo Centauro de la Vía Láctea.
Pues bien, este científico loco salió de su nave espacial a través de una potente luz verde. Descendió como levitando y hasta que pisó tierra firme. Vestía una especie de traje plateado y dejando ver su cabeza prominentemente grande, en que se veía su gran cerebro con nervalidades y muy parecido a los cerebros humanos.
-Uxor nelfar krilav zumoj alqkinor basdurlam –fueron sus primeras expresiones en su idioma kraneoniano.
Traduciendo quiso decir: “Vaya, así que aquí hay cerebros en abundancia”. Y continuó su alocución:
-Bien, muy bien. Creo que es hora que esos cerebros cobren vida y pasen a ser seres animados. Sí, claro que sí. Jajajajaja.
Y Cefalódeum no estaba bromeando ni jugando al malo del cuento. Claro que tenía el poder para darles vida a aquellos órganos. Así que una vez dentro del viejo laboratorio, levantó los brazos, abrió las palmas de sus manos y se concentró. Luego de unos segundos se vio una gran energía salir de sus manos y siendo transmitida hacia aquellos órganos. No tardando en movilizarse y empezar a crecer y transformarse. Ya se imaginarán que este personaje con su poder les dio vida y forma a aquellos cerebros. Y luego de lanzar unas carcajadas malvadas, les dijo:
-Muy bien, desde ahora ustedes son los cerebrolitas. Recuerden que están a mi mando y que así como les di la vida también puedo volverlos al estado inanimado en que estaban. ¿Entendido? –les habló como si fueran un ejército asesino.
Y tal vez eso eran. Nada menos que un ejército de cerebros, convertidos en masas cerebrales con cabeza, brazos y pies. No eran humanoides, tan solo una raza de cerebrolitas, prestos a obedecer a Cefalódeum. Y si de eso dependía su emancipación, pues así lo harían. Así que dicho científico kraneoniano y sus creaciones se desvanecieron, y como almas se subieron a su nave espacial. Y se veía que levitaban y todos entraron en dicha nave. Y al día siguiente muy temprano, Cefalódeum conjuntamente con sus huestes asesinas atacaron Washington. Específicamente a sus líderes. Aunque también a científicos humanos, ya que los veía como una posible amenaza. Y se vio a los cerebrolitas espantando a los estadounidenses. Y por supuesto se dio aviso a los demás ciudadanos para que estén alertas. Sin embargo, no contento con asustar a los humanos, les dio el poder a sus creaciones para que conviertan a estos últimos en cerebrolitas como ellos. Y esta idea le gustó a Cefalódeum y se volvió a carcajear. Y los humanos de Lisboa, Madrid, Roma, París, Moscú, y demás capitales se vieron invadidas por estos monstruos, pero Latinoamérica tampoco se salvó y los gritos y transformaciones se expandieron por Lima, Santiago, Bogotá, Quito, La Paz, etc. Al parecer todo estaba saliendo según los planes de Cefalódeum.
-Jajajaja, estos humanos ya mejoraron de aspecto. Ahora también son cerebrolitas, jajajaja –reía el kraneoniano y le brillaban los ojos de su horrenda cara.
Por el momento todas las capitales del mundo habían sido invadidas y sus habitantes transformados en cerebrolitas. Al parecer la Tierra pronto sería llamada con una nominación diferente y su aspecto también cambiaría. Sin embargo, porque el destino no está marcado, cierto día miles de naves espaciales salieron a flote desde las profundidades de nuestros océanos. Y de aquellas naves salieron otros extraterrestres. Y como si fueran un gigantesco ejército de montoneros le fueron a reclamar a Cefalódeum y lanzaron toda clase de rayos de energía a su nave. Alarmado el kraneoniano salió y se alarmó al ver a tantos extraterrestres que amenazaban con desintegrarlos. Sin embargo, confiado en sus creaciones dio la orden de atacar. No obstante, el resultado fue una gigantesca carnicería con cerebrolitas muertos y trozos de cerebros por todas partes.
-Muy bien kraneoniano, ya te hemos vencido. Además nosotros llevamos milenios en este planeta y no dejaremos que vengas a estropear y que hagas lo que te plazca con lo que nosotros hemos conseguido por cientos de milenios –expresó un representante, a quien llamaban Alfa cero.
-Así es. La situación está de nuestro lado. Por lo cual te vamos a pedir por las buenas que te largues de aquí inmediatamente. Pues ahora ya no tienes ejércitos que te obedezcan y si piensas traer a seres kraneonianos de tu planeta, pues nos veremos en la necesidad de vencerlos en dantesca batalla y de ser posible hacer explosionar Kraneón con todos ustedes dentro, ¿entendido? –habló esta vez otro personaje, como de dos metros y con barbas blancas y grandes ojos rojos. Lo llamaban Helium.
-¿Rendirme?... jamás. ¿Me oyen? Jamás. Ahora mismo me largo, pero regresaré con cientos de ejércitos de kraneonianos.
Dicho esto, Cefalódeum subió a su nave espacial y abandonó la Tierra. Sus ojos brillaban como quien fuera a realizar una fuerte venganza. Sin embargo, al llegar a Kraneón fue detenido por las autoridades kraneonianas por el cargo de hurto de vehículo y reproducir seres extrakraneonianos sin licencia. Así que fue condenado a pasar los próximos 500 años en prisión. Por su parte, en la Tierra estaban a la expectativa de la venganza de Cefalódeum. No obstante, los adivinos advirtieron sobre el arresto. Volviendo la calma en las capitales del mundo.
-¿Cerebrolitas? Jajaja –burlábanse los guardias y presos en los próximos 500 años, en aquella cárcel kraneoniana.

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