El
camino aparece ante mis ojos
ajeno
y distante,
pareciera
por primera vez
que
no fuera mío,
sino,
de otros.
En
su húmeda tierra
mis
huellas ya no dejan
la
impronta que solían dejar antes:
ahora
son sólo marcas de zapatos cotidianos,
puestas
una tras otra en un andar invariable.
Yo
recuerdo este camino
pero
es evidente que éste
ya
me ha olvidado,
que
ya no recuerda mi nombre,
mis
historias ni mis pasos.
El
camino ha cambiado,
ya
no es más la ruta en donde el cielo
pintaba
sus mejores paisajes
ni
es más el lugar en donde solía
divisar
la luna como un inmenso
agujero
blanco en mitad de la noche.
Hoy
el camino es sólo eso,
un
sendero agreste, sucio, angosto
y
empedrado,
que
no va hacia ningún lado
pero
retorna de todas partes.
Percy Taira
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