Lo primero que viene a mi memoria es aquel cuento que escribí como a los 11 años. ¿Qué me iba a imaginar que dedicaría variado tiempo en mi vida adulta para escribir y seguir escribiendo? De hecho que primero, por lo menos desde mi cosmovisión durante mi adolescencia, escribía, pero no para deleitarme a mi mismo, sino que para divertir a otros. En eso me había convertido en un "juglar de la escritura". Y hasta podría expresar que jamás, jamás pasó por mi mente la idea de ser un escritor. Lo único que sabía en aquellos días, es que me divertía hacerlo y que divertía a los que leían lo que yo escribía.
Pasados los años empecé a escribir poemas en rima. Del mismo modo era algo lúdico, era algo que disfrutaba hacerlo para divertir a los demás. No obstante, para no aburrirlos con mi biografía literaria, me centraré en el tema que estamos tratando y que motivó que ustedes leyeran este post.
Imagino según mi perspectiva, que es más fácil escribir en una oficina, conjuntamente con otros y rondando nuestro trabajo creativo algún jefe o supervisor. No obstante, algo realmente sorprendente es escribir en la comodidad de tu hogar, sin tener más jefe que tú mismo. Las "flagelaciones mentales" te las haces tú mismo. En ello radica la disciplina. Sobre todo cuando estas realizando una obra extensa como una novela. Hace mucho, como diez años me preguntaron: ¿qué es para ti escribir? Y recuerdo bien que respondí: "Es un pasatiempo". No obstante, cuando pasó aquella década. La actitud e interés se fue agigantando. Ya no era un simple hobbie. Había intereses de por medio. Sobre todo económicos. Puesto que sientes mayor voluntad al escribir una novela por el solo gusto de "guardarla", que hacerlo para participar en un concurso literario.
Por tanto, colegas, fue un gusto compartir un granito de arena con los que leyeron estas líneas. Y no me queda más que expresarles una "pastilla volitiva" más. Si desean motivarse aún más, para crear más poemas, cuentos o novelas. Hagan algo muy práctico. Inscríbanse en talleres que traten sobre sus intereses, sobre sus proyectos literarios. Y así encontrarán la gran motivación que tanto ansían y que será muy fructífero. Yo así lo hice...¿por qué tú no?
Juan Mujica
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