Ambrose Bierce |
El narrador visita a un amigo, una noche de
tormenta. Este amigo, Mohum Dampier, es un descendiente de aristócratas que
exentos de la obligación de trabajar y ajenos a otras actividades como la política,
dedicaba su tiempo al ocultismo.
Dampier le acoge, aunque el narrador encuentra a su
amigo desmejorado, con la piel arrugada y pálida, sin color. Durante la
conversación el narrador escucha el sonido proveniente de la pared, como una
mano golpeando la pared desde una habitación continua. El narrador hace el
ademán de marcharse, para evitar molestar a una posible visita secreta, pero
Dampier le muestra que tras esa pared solo hay el exterior.
Dampier explica entonces una historia a su amigo.
Hace diez años, antes de vivir en la actual casa, vivía en unas casas adosadas.
Una mañana vio a una joven con un vestido blanco en el jardín de la casa de la
izquierda. La belleza de la joven impresionó tanto a Dampier que se descubrió
la cabeza en un acto casi devoto. El gesto fue descubierto por la joven, que le
dedicó una sonrisa. Dampier estaba enamorado de la joven, pero a causa de su
alta clase no consideraba a la joven como apta para matrimonio. Al contrario,
decide mantener una relación de amor platónico respecto a ella. Descubre que la
habitación de la joven tiene una pared adyacente a la suya, pared en la que
realizará unos golpecitos suaves. Esto iniciará una conversación simple,
intercambiándose golpecitos y señales. Esta relación se paraliza cuando la
joven deja de contestar los golpes, enfureciendo a Dampier. Días después la
joven intentará reiniciar el juego de los golpes en la pared, siendo ignorado
por Dampier. Al día siguiente descubrirá que la joven ha estado enferma,
postrada en la cama. Y que la noche de su muerte solicitó que movieran su cama,
para que estuviera adyacente a la pared que comparten.
Esta noche es la tercera vez que ha escuchado los
golpes desde entonces. Esa noche Dampier entrará en el reino de lo Desconocido.
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