-¿Qué
te pasa, Montaña Vieja? ¿Por qué haces tanto alboroto? -preguntó el Huascarán,
muy intrigado.
-¿Te parece poco, Huascarán, que
cada año vengan turistas y hagan detrimento en nosotros, como si fuéramos
pizarras a medio tiempo?
-Tienes razón. Toda esa gente
inconsciente, debería volverse consciente, y respetar el legado de sus
antepasados.
-Tú lo has dicho. Por tanto,
invocaré al Apu Kontiki Wiracocha, para permitirme que haga justicia por mi
cuenta.
-Bueno, si crees que es lo mejor,
hazlo, llámalo.
-Oh, Apu Kontiki Wiracocha, escucha
mi invocación. Soy yo, Machu Picchu.
-Dime Machu Picchu, ¿por cuál de
tantas razones me has invocado?
-Oh, majestuoso señor, como
seguramente habrás notado. Mucha gente, en especial turistas, dañan y
pintarrajean mis laderas. Pero lo más triste, es que muchos de esos turistas
son compatriotas. Eso es lo que da más cólera.
-Tienes razón en tu enfado. ¿Qué
deseas de mí?
-Te pido me otorgues poderes para
castigar a toda esa multitud, que osa dañar lo que por todo el mundo es llamado
patrimonio mundial. Permíteme hacer justicia, por favor.
-Muy bien, muy bien. Yo también creo
que es hora de darles un escarmiento. Te otorgo el poder de movilizarte. El
resto ya es cosa tuya.
-Gracias, gracias, señor.
Y así fue, que la Montaña Vieja, más
conocida como Machu Picchu, luego de milenios en estado estático, como si fuera
cosa de brujería, cobró motricidad. Se movió y poco a poco se fue poniendo de
pie. Ante la vista y paciencia de muchos cuzqueños. Fue la novedad, la noticia,
en ese momento. Y muchos ancianos se pusieron de rodillas, alabando al gran
legado mundial. No obstante, hubo otras montañas que no estaban tan de acuerdo
con el castigo que tenía planeado realizar. En primer lugar, estaba el
Huascarán, que ya le había hecho saber su opinión. No obstante, el Aconcagua,
también le manifestó su desacuerdo.
-Pero, che, viejo… ¿no crees que es
muy radical tu decisión? ¿No crees vos, que toda esa gente rebelde es así, por
una mala crianza en el hogar durante sus primeros años? ¿No te parece, che,
viejo?
-Eso que dices es cierto, pero
justamente, por eso que es hora de “darles de nalgadas a esos rebeldes”. ¿Tengo
o no tengo razones?
-Bueno, bueno, en parte comparto tu
opinión, pero volviendo a mi argumento. Esos pibes, requieren una sanción, algo
que remueva su educación y respeto. En eso estoy de acuerdo con vos. Ve y castígalos,
y dales unas buenas nalgadas de mi parte, che, viejo.
Sin más habladuría, Machu Picchu,
que, aunque parezca increíble, encontró a muchos de esos muchachos rebeldes
pintarrajeando nuestras construcciones incaicas, nuestros legados sin escatimar
ningún respeto, como si fuera su vacilón y acto alegre, como si fuera su
recuerdo, y ante este “espectáculo”, la Montaña Vieja, entró en cólera. Primero
les vociferó de manera estentórea. Sin embargo, como si fueran sordos, no
hacían caso del llamado de atención de Machu Picchu. Parecían estar en estado
sonámbulo, quizá por el efecto de la marihuana. Así que veían a su patrimonio
mundial de pie, y en vez de temerle, sorprenderles y respetarle. Desataron unas
fuertes risotadas, lo cual enfureció a la Montaña Vieja. Pisándolos
“literalmente”, e incluso, en vez de gritar de dolor, seguían riéndose. Del
mismo modo era la actitud de los que observaban, y que también estaban haciendo
detrimento y fumando del cannabis sativa.
-¡¿Así que les parece muy divertido,
no?! -estallaba Machu Picchu en cólera-. Vamos a ver, cómo reaccionan mañana
cuando vuelvan a estar sanos y unos se vean cojos, otros vean que les falta un
brazo, e incluso algunos sin sus cabezas. ¡Ahí los quiero ver!
Dicho y hecho, la Montaña Vieja,
castigó a aquellos muchachos rebeldes, mutilando alguna parte de sus cuerpos, y
aunque suene increíble, mientras lo hacía, ellos seguían felices y con sus
interminables risotadas. Y como no podía faltar, dichos cuerpos cercenados
fueron hallados por las autoridades y grabados por la prensa. Como si fuera un
chisme, las mutilaciones a esos rebeldes llegó a oídos de todo Cuzco primero, y
al instante, ya era tema de habladuría, no solo en Perú, sino a nivel mundial.
Y como si fuera cosa de chiste, muchos otros rebeldes al enterarse de estos
hechos, les pareció cómico. E incluso, entre ellos decían envalentonados: “A
ver, a ver, que a mí me haga eso esa montañucha, jajaja”. Luego que pasaron la
noticia por todo el planeta, Machu Picchu, creyendo que los demás rebeldes
escarmentarían y respetarían los legados, en este caso de Perú, pues volvió a
su lugar y se puso estático una vez más. No obstante, volvió a dar la vuelta al
mundo la noticia que una vez más, se había realizado detrimentos en muchos
patrimonios incaicos. Se habían pintarrajeado muchos muros y demás
construcciones. Por lo que Machu Picchu, una vez más entró en cólera, y volvió
a pedirle al dios Sol, que le brinde la motricidad para así poder castigar a
ese otro grupo rebelde. Fue así que Apu Kontiki Wiracocha, muy enojado también,
inmediatamente le brindó la facultad del movimiento.
-¿Así que ustedes también quieren
“diversión”? ¿Ya no quieren vivir? -expresaba desafiante la Montaña Vieja.
Ante estas palabras, los nuevos
rebeldes, quienes también estaban bajo los efectos de la marihuana, también les
causaba gracia ver a una gigantesca mole de piedra movilizarse y hablarles.
-Muy bien, muy bien, en vista que no
entienden razones por su estado estupefaciente. Tendrán el mismo castigo que
los anteriores. Así que cuando amanezca mañana y vean algunas de sus
extremidades mutiladas. ¡Ahí! ¡Ahí es cuando me tocará a mi carcajearme!
Dicho y hecho, Machu Picchu,
influenciado por la cólera de aquellos rebeldes, uno a uno los cogió y mutiló
algunas de sus extremidades. Y al día siguiente, la noticia también voló de
punta a punta. Sin embargo, cuando se encontró una vez más con el Aconcagua,
fue algo inesperado:
-¿Qué pasa amigo? ¿Por qué estás tan
enfadado? -preguntó la Montaña Vieja.
-¿Qué por qué estoy molesto? ¿No
adivinas? ¿Sabés qué fue lo último que dijo uno de los que mutilaste ayer?
-No sé. ¿Qué fue lo que dijo?
-¡No me mates, che, no me mates!, -eran algunos de mis pibes.
Esgrimista
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