Basta un mínimo de observación
para darnos cuenta qué tipo de lector es determinada persona. Existen los
lectores de kiosco, aquellos que cada mañana se aglomeran para leer las
noticias “fresquitas”. Luego están los lectores de fines de semana, aquellos
que se dan un tiempito y aprovechan para leer.
Sin embargo, sin ánimos de
ofender existen las personas que no leen ni el boleto del transporte en que
viajan. Para colmo se afanan en comprar libros para sus hijos, e incluso arengándolos,
que si leen, en el futuro serán grandes eminencias, pero ellos como si hubieran
olvidado su facultad lectiva, no leen ni mucho menos compran libros.
Otros lectores son los que son
escritores, en esta clase de personas, ocurre una retroalimentación (feedback).
Es decir, que conforme leen, van aprendiendo no solo técnicas narrativas, sino
ortografía y redacción.
Por tal que nunca es tarde adquirir
el hábito de la lectura. Un niño que lee será un adulto que lee. No me queda
más que expresarles a aquellas personas que leen que lo vuelvan algo vitalicio,
y para los que no leen, recomendarles buscar libros sobre sus intereses, tal
como me lo dijeron a mí hace mucho. Así, que a leer amigos, ya que la lectura,
debería ser un hábito más, como es el comer y dormir.
Juan Mujica