Tantos
recuerdos vienen a mi mente evocar a Julio Ramón Ribeyro. Un personaje que se
le considera de un estilo transitorio entre la literatura indigenista a la
urbana. Dos de sus cuentos que me gustaron más son “Silvio en el rosedal” y “Solo
para fumadores”. Lamentablemente el 4 de diciembre de 1994, partió a los 65
años, dejando un legado difícil de comparar. Todo un paradigma para los
escritores de nuestros tiempos.
Ribeyro
dio inicio a sus estudios de Derecho; sin embargo, desertó dicha carrera para
insertarse en la Facultad de Letras en la PUCP. Posteriormente viajó a Europa y
continuó dichos estudios. No obstante, volvió a su tierra natal en 1958, y
percibió de cerca la realidad de aquellos años.
Como ocurre con muchos
escritores, su estilo y mucho más las temáticas que eligió, residen en sus
propias experiencias, o la crudeza de las realidades que vivió o que vio pasar.
Tuvo la oportunidad de radicar en
el extranjero por más de 30 años, desde los años 60. Laborando como periodista,
bajo la calidad de agregado cultural de Perú en París. Llegando a tener cargos
como delegado adjunto ante la UNESCO y embajador peruano ante dicha entidad
entre 1986 a 1990.
Ya en sus postrimerías, se quedó
en Lima al lado de su pareja. Hasta que nos dejó aquel 4 de diciembre de 1994.
Legándonos sus obras literarias, que ya pertenecen a nuestro patrimonio
literario y cultural. Todo un ejemplo para la gente de la pluma.
Esgrimista
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