Me imagino que, para muchos, al
escuchar el nombre de Ramón Rafael de la Fuente Benavides, probablemente “no
les suena”, pero si se pronuncia su seudónimo, Martin Adán, de seguro que más
personas lo conocen.
Recordado como poeta peruano, y por
sus versos que resaltan por su hermetismo y ahondés poética. Reconocido como
uno de los principales representantes de la literatura que se adelanta a su
tiempo, especialmente en América Latina.
Inició sus primeros estudios en el
colegio alemán Alexander von Humboldt. Y como sucede con muchos escritores,
empezó a interesarse y descubrir sus facultades hacia los terrenos literarios.
Entre sus maestros, cabe destacar a
Luis Alberto Sánchez y Emilio Huidobro, los cuales fueron piezas clave para su
determinación en los campos de las letras. Además, entre sus compañeros
estuvieron Emilio Adolfo Westphalen, Estuardo Núñez y Xavier Abril.
Con respecto a su producción
literaria, contando con 16 años, escribió su obra más emblemática, que es “La
casa de cartón”, la cual se publicó cuatro calendarios después. Además, tuvo la
oportunidad de colaborar en la revista “Amauta”, liderada por José Carlos
Mariátegui.
Realizó estudios superiores en la
Universidad San Marcos, donde llegó a doctorarse en Letras. También se destaca
que fue parte de la Academia Peruana de la Lengua, e incluso se le otorgó el
Premio Nacional de Poesía (1946 y 1961). Además, en 1976 obtuvo el Premio
Nacional de Literatura.
Otros pasajes de su vida revelan que
tuvo problemas económicos, y encontraba cierto solaz en el alcoholismo. Sus
postrimerías las pasó en centros médicos hasta que, en 1985, partió a la
eternidad.
Con respecto a su seudónimo, se dice
que el mismo Mariátegui, explicó en el epílogo de “La casa de cartón”, que se
trató de un acuerdo entre el Génesis y la teoría darwiniana. Puesto que Martin
era un nombre muy común entre los monos de organilleros, y Adán como sabemos es
el nombre del primer hombre, con lo cual se concilió el creacionismo con el evolucionismo.
Esgrimista
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