Es un gusto recordar este
presente tema; lo que tiene que ver con los casetes. Mi memoria viaja hacia 30
años atrás. Cómo nos divertíamos grabando nuestras voces y escucharlas a manera
de parodias, o a manera de avisos ficticios. Qué tal fruición me ocasionaba
poner “play” a la grabadora y escuchar mi voz; en ese momento lo tomaba como un
juego más, pero hasta ese instante solo era eso “un juego”.
No obstante, también son recordados
los casetes musicales. Este recuerdo es más reciente. En los años 90, cuando existía
una competencia de quién tenía más de ellos, y también quién tenía los que llamábamos
los “caletas”. Muchos de mis contemporáneos recordarán que en plena época de
los “tonos”. Eran muy solicitados. Y recuerdo que muchos llevábamos nuestros
casetes musicales, pero también lo que en gastronomía se llamaría “siete
colores”, es decir, con contenido variado.
Posteriormente, en los años 2000,
ya en la universidad. Era obligatorio tener casetes, pero sobre todo tener nuestra
propia grabadora. Con aquellas herramientas, nos forjamos y me traen muchas
añoranzas. Y cuando pensamos que seguirían con nosotros, salieron al mercado
las grabadoras con casetes más pequeños. Y poco a poco, el uso de ellos se vio doblegado
con el ingreso de los CD musicales.
Si aún tenemos o conservamos
nuestros casetes, para nosotros son nuestro tesoro. Y viendo y escuchando
aquellos nos conlleva a una gran nostalgia. Nos hace recordar a nuestros
compañeros, y también a nuestros entrevistados. Imposible olvidarlos. Y lo
único que no podemos detener, es el cese de la fabricación de equipos con
caseteras. Ahora, los ha relegado los CD y los USB.
Esgrimista
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