Juan Mujica
Bajo
su gran sombra,
la
tierra se conmociona,
y
todo aquel que lo nombra,
las
mentes revoluciona.
Es
alma del comercio,
alegoría
de bonanza,
nadie
regala ni un tercio,
cada
centavo a su panza.
Su
poder es sorprendente,
manipula
la razón,
no
posee contendiente,
su
dominio da sazón.
Espada
de la clase noble,
en
la ciudad está su imperio,
es
fuerte como roble,
su
rechazo es improperio.
Qué
infierno es su carencia,
cómo
agobia los hogares,
pero
al brillo de una herencia,
dan
broncos en los bares.
Al
trueque reemplazó,
su
forma es moneda o billete,
y
quien noviazgo alcanzó,
no
necesita ramillete.
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