jueves, 24 de octubre de 2013

Lluvia en el desierto



Juan Mujica

Mirando el horizonte,
no pasaba ni un alma,
aluciné a un bisonte,
casi perdiendo la calma.

Un oasis vi deslumbrado,
mas era un espejismo,
no estando acostumbrado,
prefiero yo el abismo.

Muerto de cansancio,
caí sobre la arena,
soñando con Bizancio,
en una noche serena.

Luego escuché una voz,
que llamaba más almas,
sujetando la gran hoz,
en medio de las palmas.

Desperté casi enterrado,
con una sonrisa precaria,
el sendero ya cerrado,
me hizo elevar precaria.

Vi en lontananza,
la figura de un caminante,
y diciendo él “avanza”,
me hizo recordar a Dante.

Seguí por el desierto,
cubriéndome la vista,
puro campo abierto,
sin nada realista.

Ya deshidratado,
y con temple abatido,
veo pueblo setado,
volviéndome el latido.

Jamás pasó a mi mente,
la idea fatalista,
gracias dios clemente,
por hacerme idealista.

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