Guy de Maupassant |
Esta es
la historia que empieza en una reunión de personas, quienes cada cual cuenta
algo extraño o increíble. Por tal, luego que algunos de ellos contara su relato
a aquel grupito. Le toca a un hombre que inicia diciendo que lo que va a contar
lo ha tenido desconcertado desde hace cincuenta y seis años.
Narra
que una vez hace dicha cantidad de tiempo, se encontró con un amigo al que casi
no reconoce, y que parecía que sobre él habían pasado cincuenta años. Ambos se
abrazan y empiezan a compartir los recuerdos de juventud.
No
obstante, llegado un momento. Este amigo, le cuenta sobre una casa que no ha
visitado en muchos años, pero el detalle fue que le encarga al narrador que le
haga el favor de ir para que le traiga unos paquetes que se encuentran en un
escritorio.
Le
cuenta además, que él mismo no desea ir por el recuerdo de su fallecida esposa,
y que tampoco le ha delegado tal favor a cualquiera de sus conocidos. Puesto
que es algo muy personal. Así que acepta hacerle el favor y previamente le
entrega una carta, la cual le indica que se la entregue a su jardinero.
El
narrador de la historia llega al lugar, e inmediatamente nota el estado de
abandono de la casa en general. Llama a la puerta y luego de unos instantes
sale un hombre al que de inmediato le entrega la carta, y este jardinero la lee
y la vuelve a leer, y luego le pregunta que qué es lo que desea. Luego, de lo
cual, empieza a irritarse, diciéndole que él ya debe saber lo que quiere, ya
que en la carta está la orden de su amo.
El
jardinero, viéndose descubierto, le advierte que en aquellas habitaciones no ha
entrado nadie en años. Sin embargo, el narrador en esta pequeña conversación
con aquel hombre se exacerba más de lo normal, puesto que él tenía el
compromiso de hacerle el favor a su amigo.
El narrador
entra, diciendo que él mismo encontraría la habitación. Se interna y la
encuentra. Notando el total abandono de los objetos y muebles de aquel cuarto.
No obstante, procede a buscar en el escritorio indicado los tres paquetes y
fajos solicitados. Todo transcurre bien, hasta que percibe como un viento
helado por la espalda. De primera instancia no le presta intención. Sin
embargo, continuaron aquellos vientos helados.
En eso
el narrador voltea y se da con la gran sorpresa de ver a una mujer, la cual,
mientras él está petrificado, le habla, diciéndole que por favor peine sus
cabellos. Él todavía no puede reaccionar, y la mujer insiste que por favor
peine sus cabellos, acotándole que además ella sufre, sufre mucho.
Ya un
poco más tranquilo, le hace el favor a aquella mujer, peinando sus cabellos e
incluso haciéndole trenzas. Ella le agradece y luego de un momento atraviesa
por una puerta, que antes él había visto entreabierta. Él por un raro instinto,
también desea atravesar, pero se da con la sorpresa que está herméticamente
cerrada. Esto lo impacta, y presuroso se larga de aquella casa con los paquetes
y fajos encomendados.
El
narrador, con 82 años encima, continúa su historia, expresando que con lo
asombrado que estaba, se dirigió primero a su propia casa. Y de primera mano pidió
que le entreguen las encomiendas a su amigo. No obstante, le dicen que no lo
han encontrado. Lo que lo asombra aún más, fue que da voz a las autoridades
para que lo busquen, pero por más que hicieron no lo encontraron.
Y para sorpresa
de todos fue que también ingresando a aquella casa, donde él había entrado
tampoco encontraron nada. Ningún fantasma o espectro. Todo indicaba que era una
casa extremadamente abandonada. Y finaliza el narrador, que han pasado 56 años
y todavía no sale de su asombro.
Guy de Maupassant
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