-Jóvenes, el segundo piso está
cerrado desde hace buen tiempo. ¿Qué no han escuchado lo que se dice de aquella
parte de este lugar? -disuadía uno de los empleados que laboraba en el primer
piso de la legendaria Casa Matusita.
-Sí, señor, lo hemos escuchado;
pero ¿sabe qué? Aquí mis amigos y yo queremos subir y constatar que todo lo que
se habla del segundo piso son solo patrañas y mentiras. ¿Comprende? -contesta
Ladislao, mirando a sus tres amigos y asintiendo con la cabeza.
Se
dice que aquel mito sobre el macabro segundo piso de la Casa Matusita, está
poblado por espíritus; sin embargo, algunos refutan tales afirmaciones,
expresando que todo ello fue inventado, puesto que cuando nació ese mito
tenebroso de aquella Casa, fue porque cerca de allí estaba la embajada de los
Estados Unidos, en 1940. Y como sabemos, la Matusita se encuentra entre la Av.
Wilson con la Av. España.
-Señor, queremos entrar
-expresaba Tino, que era del grupo de Ladislao.
-Muy bien, muy bien, pero no me
culpen si salen corriendo -respondió el mismo empleado.
-Vaya, vaya, y tanto problema. Yo
no veo nada paranormal. ¿Y ustedes? -preguntó Vicente, a quien llamaban Chente.
-Sí, pues, qué decepción. Mejor
vámonos -manifestó la Chata, quien era la única mujer del cuarteto.
Al
parecer no vieron nada extraño, y le dijeron al empleado que porqué tanto
misterio, si no habían visto nada. No obstante, el empleado sabiendo que no era
cierto lo que ellos afirmaban, los invitó a que vinieran de noche y que jugaran
a la ouija. Eso les devolvió los ánimos y aceptaron la invitación. Por tanto,
los cuatro regresaron al día siguiente a las 10 pm. Y muy animados, al igual
que el empleado que los había convencido. El empleado colocó el tablero, y les
dio las pautas del “juego”. Por tanto, mismo “Jumanji” empezaron. Los cuatro
estaban muy atentos, y colocaron el triangulito sobre la ouija, y procedió el
interrogatorio:
-¿Hay algún espíritu aquí
presente? -preguntó Ladislao, algo nervioso y mirando el tablero.
Al
parecer no se movía ni un milímetro. Y cuando ya casi se iban desanimando.
Sucedió. El triángulo se colocó en la palabra “SI”, ante el asombro de los
presentes.
-Ahora yo, ahora yo -dijo Chente,
con mucha expectativa al igual que los demás-. ¿Y cómo te llamas?
Luego
de varios segundos, el triángulo se movió sobre las letras, indicando la
palabra “URSULA”. Los cuatro se sorprendieron.
-Es mi turno, es mi turno -dijo
Tino, con mucho tino-. ¿Hay más espíritus en este segundo piso?
Una
vez más, luego de unos segundos, el triángulo se colocó sobre la palabra “SI”.
Ante el asombro de ellos.
-Ahora yo, me toca -manifiesta la
Chata, muy intranquila y ansiosa, por lo que iba a preguntar-. ¿A algunas de
ustedes les gusta alguno de mis amigos?
Los
tres se sorprendieron sobre aquella “pregunta traviesa”, y mientras Ladislao,
Tino y Chente sonreían. Esperaban la respuesta de la ouija. Al fin empezó a
moverse. Se movía hacia la palabra “SI”, luego, ante la sorpresa de todos,
empezó a moverse ante la palabra “NO”. Por tal, la confusión no se hizo esperar.
-¿Por qué responden si y no?
-interroga la Chata, muy impaciente.
Ante
tal pregunta inesperada surgió la respuesta inesperada. Y el triangulito se
movió por las letras hasta formar la palabra “SOY HERMAFRODITA”.
Esgrimista