miércoles, 12 de mayo de 2021

Editorial: Reflexión luego de catarsis literaria



Ha sido realmente una catarsis el haber "hilvanado" aquellos últimos 30 cuentos. Sin embargo, resultó afianzar la teoría sobre la práctica. Y claro, que dichos cuentos no se han ido al garete, sino que están guardados, como realizan otros colegas escritores.


Posiblemente seguiré posteando en este medio, pero con respecto a las historias, me tomaré un descanso. Siempre es un gusto compartir ideas, relatos, contenido de efemérides, en fin, todo hecho para nutrir las pupilas de ustedes, mis lectores.


Gracias, muchas gracias, por seguir los contenidos que posteo. Y estoy seguro que entre ustedes también hay escritores. Ya sean muy experimentados o no, pero en ocasiones se percibe, o en todo caso pertenecen a mi grupo de amistades, que también disfrutan de esta función, catarsis, desfogue, o como quieran llamarlo. Me despido con una frase de André Breton: "Retener la eternidad en el instante".


Esgrimista

lunes, 10 de mayo de 2021

Velocidad Luz (cuento)


 

Siempre fue la más rápida; toda la vida superó a todas y a todos. Incluso, se adelantó y nació a los siete meses. Su mismísima madre cuando la obstetra se la entregó en la clínica, dedujo que la neonata era algo increíble, una niña fuera de lo común.

-¿Cómo le ponemos, querido? -preguntó la nueva madre al orgulloso padre.

-¿Qué tal si le ponemos el nombre de su abuela? Luz. Es un bonito nombre. ¿Qué te parece querida? -propuso el nuevo padre a la orgullosa madre.

         No obstante, dichos padres no sospechaban la esencia y/o cualidad que estigmatizó a aquella recién nacida. Desde muy pequeña, fue muy aplicada, y les ganaba a sus compañeros de colegio en todo. Incluso desde el kindergarten, sus profesoras se admiraban y les contaban a los padres sobre los increíbles progresos de Lucecita. Sin embargo, conforme fue creciendo, un buen día un amigo de la universidad dijo:

-Lucecita, eres el orgullo de tus viejitos y del país. Propongo que desde ahora te llamemos “Velocidad Luz”.

         Ella estuvo conforme, y le gustaba cómo sonaba su nuevo sobrenombre. Y ya se imaginarán que, en los exámenes, ella terminaba primera. Ella intervenía en clase primera. Su brazo ya estaba arriba antes que sus profes terminaran de formular las preguntas. Una vez con unos amigos visitó una especie de museo tecnológico. Y lo que más le agradó fue una maqueta de la nave de Han Solo… el de “Star Wars”, e incluso pensó en voz alta y dijo: yo siempre admiré esta nave, sobre todo cuando en las pelis viajaba a velocidad luz. Así que ya saben, cuando yo me vaya de este mundo, quiero tener un mausoleo en forma de esta nave. Dicho pensamiento quedó “clavado” en los oídos de sus amigos. Sin embargo, llegado un tiempo fue la primera en casarse, puesto que había sido la primera en embarazarse. Fue la primera en conseguir empleo. Fue la primera en parir un varoncito y una mujercita. Sin embargo, como si su destino estuviera marcado, fue la primera en contagiarse de la Covid-19. Y ante la tristeza de todos, fue la primera en fallecer víctima de aquel Coronavirus. Y el lamento y las lágrimas no se hicieron esperar. Era una terrible desgracia. Y sus padres: Quelonio y Fortunata, como se imaginarán estaban devastados de la ingente tristeza. Además, a Velocidad Luz, se le cumplió su deseo y se le construyó un mausoleo en forma de la nave de Han Solo. Y dicho personaje que en la realidad es Harrison Ford, llegó dicho rumor ante sus oídos, y decidió venirse volando hasta el mausoleo que vio sorprendido que era una réplica exacta de su nave de la saga de “Star Wars”, y no solo le colocó un arreglo floral, sino que colaboró en idear un epitafio que represente que quedara estigmatizado en las memorias de sus familiares y amigos:

“A Velocidad Luz naciste. A Velocidad Luz viviste. Y a Velocidad Luz nos dejaste” (Harrison Ford).


Esgrimista

viernes, 7 de mayo de 2021

Lactómeda (cuento)

 


-¿Qué te parece esa teoría que dicen que llegará el momento en que la Vía Láctea colisionará con la galaxia Andrómeda? -pregunta la astrónoma de la NASA, llamada Minerva.

-¿Qué te puedo decir Mini?, como tú dices es una teoría -responde el astrónomo Claudio, su enamorado.

-Oye Clo, pero tampoco es que estemos a punto de chocar con Andrómeda. ¿Sabes cuánto falta para que suceda eso?

-¿Cuánto? A ver, recuérdame…

-Pues, solo falta la “minucia” de… 5860 millones de años. ¿Te imaginas? Prácticamente podría acontecer cuando ya no quede nada de nuestra Vía Láctea, ni piedra sobre piedra.

-Vaya, vaya, Clo… Ya me hiciste acordar. Aquella galaxia a la que también llaman Galaxia Espiral M31, o Messier 31, o también NGC 224 -expresa Minerva mirando el firmamento, y luego los ojos de Claudio.

-Así es Mini. Pero, lo más interesante como recordarás, es que las dos galaxias se fusionarán en cuanto choquen la una contra la otra. ¿Te imaginas?

-Claro, Clo. No puedo imaginarme cuando suceda eso. ¿Y qué podría pasar cuando las dos galaxias colisionen?

-Según las últimas investigaciones, aún no se pronostica el daño para ambas partes. Sin embargo, algunos creativos están especulando que cuando la Vía Láctea y Andrómeda choquen y se fusionen podría llamarse “Lactómeda”.

-¿Lactómeda? Suena pintoresco, pero… ¿oye, qué es eso que se ve allá?

-Vaya, vaya, pero qué sorpresa. ¡Es una estrella fugaz! Pronto, pidamos un deseo…

-¿Un deseo? ¿Crees en eso?

-¡Pídelo, que se va!

-Muy bien, muy bien…

-¿Pediste tu deseo?

-Sí, lo pedí.

         Aunque suene alucinante, los dos pidieron que el día en que chocaran las dos galaxias fuera mañana. Y dicho y hecho, al día siguiente, colisionaron nuestra Vía Láctea contra la galaxia Andrómeda. Pasando a llamarse “Lactómeda”. No obstante, los seres que habitábamos la Tierra no pudimos soportar tal colisión, por lo que no quedó nadie en pie, ni piedra sobre piedra. Y lo único que quedó sobre aquellos dos enamorados astrónomos de la NASA, fue sus constelaciones en el firmamento, es decir, las pléyades “Minerva” y “Claudio”.


Esgrimista

 

 

 

jueves, 6 de mayo de 2021

Nigromancia en Matusita (cuento)

 



-Jóvenes, el segundo piso está cerrado desde hace buen tiempo. ¿Qué no han escuchado lo que se dice de aquella parte de este lugar? -disuadía uno de los empleados que laboraba en el primer piso de la legendaria Casa Matusita.

-Sí, señor, lo hemos escuchado; pero ¿sabe qué? Aquí mis amigos y yo queremos subir y constatar que todo lo que se habla del segundo piso son solo patrañas y mentiras. ¿Comprende? -contesta Ladislao, mirando a sus tres amigos y asintiendo con la cabeza.

         Se dice que aquel mito sobre el macabro segundo piso de la Casa Matusita, está poblado por espíritus; sin embargo, algunos refutan tales afirmaciones, expresando que todo ello fue inventado, puesto que cuando nació ese mito tenebroso de aquella Casa, fue porque cerca de allí estaba la embajada de los Estados Unidos, en 1940. Y como sabemos, la Matusita se encuentra entre la Av. Wilson con la Av. España.

-Señor, queremos entrar -expresaba Tino, que era del grupo de Ladislao.

-Muy bien, muy bien, pero no me culpen si salen corriendo -respondió el mismo empleado.

-Vaya, vaya, y tanto problema. Yo no veo nada paranormal. ¿Y ustedes? -preguntó Vicente, a quien llamaban Chente.

-Sí, pues, qué decepción. Mejor vámonos -manifestó la Chata, quien era la única mujer del cuarteto.

         Al parecer no vieron nada extraño, y le dijeron al empleado que porqué tanto misterio, si no habían visto nada. No obstante, el empleado sabiendo que no era cierto lo que ellos afirmaban, los invitó a que vinieran de noche y que jugaran a la ouija. Eso les devolvió los ánimos y aceptaron la invitación. Por tanto, los cuatro regresaron al día siguiente a las 10 pm. Y muy animados, al igual que el empleado que los había convencido. El empleado colocó el tablero, y les dio las pautas del “juego”. Por tanto, mismo “Jumanji” empezaron. Los cuatro estaban muy atentos, y colocaron el triangulito sobre la ouija, y procedió el interrogatorio:

-¿Hay algún espíritu aquí presente? -preguntó Ladislao, algo nervioso y mirando el tablero.

         Al parecer no se movía ni un milímetro. Y cuando ya casi se iban desanimando. Sucedió. El triángulo se colocó en la palabra “SI”, ante el asombro de los presentes.

-Ahora yo, ahora yo -dijo Chente, con mucha expectativa al igual que los demás-. ¿Y cómo te llamas?

         Luego de varios segundos, el triángulo se movió sobre las letras, indicando la palabra “URSULA”. Los cuatro se sorprendieron.

-Es mi turno, es mi turno -dijo Tino, con mucho tino-. ¿Hay más espíritus en este segundo piso?

         Una vez más, luego de unos segundos, el triángulo se colocó sobre la palabra “SI”. Ante el asombro de ellos.

-Ahora yo, me toca -manifiesta la Chata, muy intranquila y ansiosa, por lo que iba a preguntar-. ¿A algunas de ustedes les gusta alguno de mis amigos?

         Los tres se sorprendieron sobre aquella “pregunta traviesa”, y mientras Ladislao, Tino y Chente sonreían. Esperaban la respuesta de la ouija. Al fin empezó a moverse. Se movía hacia la palabra “SI”, luego, ante la sorpresa de todos, empezó a moverse ante la palabra “NO”. Por tal, la confusión no se hizo esperar.

-¿Por qué responden si y no? -interroga la Chata, muy impaciente.

         Ante tal pregunta inesperada surgió la respuesta inesperada. Y el triangulito se movió por las letras hasta formar la palabra “SOY HERMAFRODITA”.


Esgrimista