jueves, 4 de noviembre de 2021

Micro-relato 29: Tres elementos: Tauromaquia, gallística, nave espacial




-¡Ooolee! -decían los espectadores que se encontraban en sus asientos, siendo testigos de un crimen. Y aunque suene raro, el maestro Jirafales tenía razón al decir que las corridas de toros se iniciaron en Creta.

-¡Oooleee! -volvían a decir, todo ese público masoquista, que sin darse cuenta en aquel tiempo que estaban haciendo sufrir a aquellos animales taurinos, hasta que quede tirado y muerto en el ruedo.

A propósito de la tauromaquia, uno de los que trató este tema fue José María Arguedas, en su obra titulada "Yawar Fiesta". No obstante, él no fue quien descubrió "dicha pólvora", sino que ya era una tradición. El hecho de amarrar al lomo del toro a un cóndor, para que picotee y picotee, hasta que el animalito caiga desangrado. Según cuentan los mitos, era una forma de venganza contra la invasión de los antiguos españoles.

-¡Pero, Dios mío! ¿Cómo puede haber tanta gente que aplauda este "espectáculo"? ¿Dónde está su humanismo? -preguntaba una mujer que estaba presente allí, espectando lo que tanta gente comentaba sobre dicha carnicería, y peor aún aplaudiendo tal crimen.

Tanto la tauromaquia existe también, la gallística, donde entrenan a los gallos para enfrentarse entre sí. Para lo cual, dicho adiestramiento salvaje, incluye colocarle navajas en las patas de los pobres gallitos. Y me he acordado de aquella obra de Abraham Valdelomar, "El caballero Carmelo". Obra en que dicho personaje, se enfrentó al Ajiseco, quien muere ante la superioridad del Carmelo. Además, otro gallístico fue el Gabo (García Márquez), quien incluye esta temática por lo menos en "Cien años de soledad".

-Oigan, ya deberían eliminar dichas "funciones" de la edad media. Se debería desterrar desde la raíz -opinaba un hombre cualquiera que solía asistir a ambas prácticas de salvajismo.

-Tiene Ud. razón señor -replicó otro hombre que también estaba como espectador. Sin embargo, este último no era un simple Perico de los Palotes, sino que era un científico y astrónomo. 

Fue entonces que dicho astrónomo conversó con otros colegas y coincidieron en que esta práctica era propia de salvajes. Y que deberían "agarrar" a todos aquellos que son fanáticos de estos "espectáculos de la muerte", y desterrarlos de la faz de la Tierra.

-Pero, qué buena idea. Aunque la pregunta sería "¿cómo?

Dicha conversación quedó sobre la mesa y cada uno de ellos, se fue a su casa. Hasta que al día siguiente, se presentó la sorpresa. Una gran sorpresa. Como si dicha conversación habría sido escuchada por extraterrestres que residen en nuestro planeta. Fue entonces que un hombre que le había tocado quedarse en vigilia y cuidar durante la noche. Literalmente quedó con la cabeza viendo el firmamento, e incluso en cierto trance y laconizado.

-Oye, ¿qué pasó?, ¿qué viste? -le interrogaban.

-Yo... yo, los vi -decía como perturbado.

-Pero, ¿qué viste?

-Vi que se llevaban a los toreros y que sanaban a los toros. De igual manera, sanaron a los gallos, y se llevaron a los galleros. Parecía algo alucinante. Algo que ningún humano ha visto hasta la actualidad. Hicieron todo eso y sin perder más tiempo se fueron en su nave espacial, sumergiéndose en el océano Pacífico.


Esgrimista



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