Juan Mujica
La
caverna ininteligible de mi inconsciente,
se
ilumina con una fulguración invisible,
imperceptible
al ojo, pero, sin embargo,
agradable
a mi séptimo sentido.
Ninguna
lucubración es suficiente,
para
internalizar un brillo de luz,
mas
el tiempo de canícula,
favorecerá
para sacar a flote,
el
indicio reminiscente que se perdió
allá
en altamar, junto a los satélites,
pero
jamás tan lejos, como para olvidar la esencia,
intrínseca
de este pedazo de universo.
Acaso
nadie puede sentir piedad,
piedad
en el sentido hipercatatónico
yuxtapuesto,
en sentido antihorario,
y
esgrimir sobre una nube con sacro y
elemental
civismo humano,
el
nombre del último ciudadano escatológico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario