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martes, 28 de septiembre de 2021

El relevo de Caronte (cuento)

 


Luego de miles de millones de años, un personaje yace en una barca, con el rutinario ir y venir. Sirviendo como transporte para los flamantes personajes, que día a día, llegaban hasta las orillas de aquel río Aqueronte. Luego de entregarle las dos acostumbradas monedas, que eran el pago por llevarlos hacia la tierra de Hades, regresaba hasta su punto de inicio para transportar más.

         -¿Hasta cuándo? -se preguntaba-. ¿Hasta cuándo tendré este castigo, esta némesis que cada año que pasa, carcome mi alma?

         Hades, al oírlo, sintió compasión por aquel “grillete” que cargaba Caronte, y luego de una reflexión, le dijo:

         -Jajaja, mi barquero, el gran Caronte. Tienes razón, ha pasado mucho tiempo. Ya es hora, que te “jubiles”. Sin embargo, no puedo dejarte ir, así nada más-. Sino que tendrás que entregarle tu relevo a alguien más, quien tome tu lugar. Ya verás que aparecerá un alma o almas pecaminosas. Y entre algunos de ellos podrás entregarle tu castigo. Solo te pido paciencia, mucha paciencia -refirió Hades, con una risita sarcástica, y fue a reunirse con Perséfone (su eterna prisionera), y luego de darle de comer a Cancerbero (perro guardián tricéfalo), se sentó en su lúgubre sillón, y luego de unos bostezos cayó en los brazos de Morfeo (dios de los sueños).

         Mientras tanto, Caronte, luego de muchas centurias, se esbozó en su rostro una sonrisa. Una esperanza que había “parido” en su alma. Y recordando las palabras de Hades, quien le dijo y repitió muchas veces que tuviera paciencia. No obstante, conforme pasaba y pasaba el tiempo, aquel barquero de ultratumba esperaba y esperaba. Viendo a vista y paciencia que transcurrían los días, meses, años, lustros, décadas, etc. Por tanto, que vio atravesar la edad antigua, que abarcó desde la aparición de la escritura hasta la caída del Imperio Romano de Occidente por las invasiones bárbaras. Y Caronte, estuvo esperando, pero no llegaba su relevo. Luego vio pasar la edad media, en que fue espectador hasta la toma de Constantinopla por los turcos y también visionó la Revolución Francesa. Esta última fue la culminación de la edad contemporánea hasta nuestros días. Y ya se imaginarán que Caronte estaba “muy ansioso”, y ya casi sin ánimos para seguir transportando a las nuevas almas hasta el inframundo. No obstante, que llegando el siglo XXI, empezó una vez más la guerra fría. Una especie de amenaza internacional, puesto que el líder de un país oriental, se puso en distintas ocasiones a “probar” lanzando misiles, que en algunos casos caía en territorios ajenos. Siendo mal visto por la comunidad internacional. Y pasaba un cierto tiempo y una vez más lanzaba otro misil, con la explicación que se trataba de una prueba. Hasta que fue muy evidente su intención. Y como siempre el “sheriff del planeta”, reaccionó y ordenó que atacaran con armas nucleares a aquel país, para que sea un escarmiento y cesen aquellas “pruebas”. Sin embargo, aquel líder oriental, lejos de intimidarse se avivaron más sus ímpetus bélicos. Por lo que declaró como guerra hacia aquel gringo y su gringolandia. Teniendo un fatal desenlace, con cientos de miles de militares y civiles muertos, y entre ellos estaban el que fue presidente de aquel país oriental y su análogo mandatario de gringolandia. Entre estos millones de muertos, que pasaron a desfilar hacia las orillas del rio Aqueronte, fueron recibidos por Caronte, oportunidad que había esperado aquel barquero, y que ahora les pasaba el remo hacia aquellas dos almas, altamente pecaminosas. Y viendo Hades que fueron dos las cabezas bélicas, pues habilitó una barca más, y de esa manera, aquellos dos presidentes, que quisieron arreglar las cosas a punta de misiles y armas destructivas, pues ahora estaban remando y remando. Recibiendo las clásicas monedas, en pago por transportar a las nuevas almas hacia las tierras de ultratumba. Y antes de retirarse a descansar, el gran Caronte, ya con el cuerpo adolorido por su otrora labor. Les dijo a aquellos dos flamantes barqueros:

         -No se preocupen, que el tiempo pasa rápido. No se impacienten, contengan sus ansias, que llegará el momento que los releven almas mucho más pecaminosas que ustedes… Eso si es que no ocurre el fin del mundo antes. ¡Adiós,…ex colegas barqueros! Y recuerden, tengan paciencia, que el tiempo pasa rápido…en esta tierra escatológica, jajaja.


Esgrimista

 


jueves, 26 de agosto de 2021

Kraken (cuento)

 


Hace miles de años en la antigua Grecia, se rendía culto a los dioses del Olimpo. Sin embargo, mientras los reyes, príncipes y princesas gozaban de lo lindo. Surgió una revelación. Una avejentada mujer a quien conocían como la bruja escarlata, predijo en su caldero mágico que Atenas estaba en peligro. Es más, que una bestia gigante aparecería y azotaría todo el litoral griego. Sin embargo, ante tal argumento, los griegos se burlaron de ella.

                -¡Qué cosas se le ocurren a la bruja escarlata! –pronunció el rey al mando-. Quien no sospechaba que aquel aviso se acercaba a sus costas.

                -Tienes razón mi rey. Son solo supercherías de una bruja loca –exclamó el hechicero, mientras reía al ritmo del rey.

                No obstante, uno de los sacerdotes no era tan escéptico, puesto que la noche anterior soñó que una bestia marina atacaba Atenas y asesinaba a todos sus habitantes. Sin embargo, cómo sustentar dicha revelación. Fue entonces que acudió al oráculo de Delfos.

                -Tu sueño no fue falso –expresó el espíritu omnisciente-. Sin embargo, debes decirle a tu rey que estén prevenidos, ya que la criatura mientras hablamos se va acercando a las costas de Atenas. Ve sacerdote, ve y adviérteles que estén preparados.

                Dicho y hecho, el sacerdote fue a hablar con el rey. Y ante la sorpresa del presbítero, el supremo mandatario echó a reír. Aduciendo que tal desgracia era solo una fantasía que inventó la bruja escarlata.

                -Con todo respeto mi señor. Tal revelación ha sido corroborada por el mismo oráculo de Delfos.

                -¿El oráculo de Delfos? ¿Aquel que dijo que Sócrates era el hombre más sabio de Atenas?

                -Precisamente mi señor. El espíritu omnisciente nunca se ha equivocado-. Expresó el sacerdote, quien mientras todavía estaba hablando, se le acercó el rey y sin ningún aviso le atravesó una daga en el pecho.

                A la mañana siguiente todos se extrañaron de ver el cadáver del sacerdote. Sin embargo, nadie se atrevía a preguntar sobre la causa de su deceso, puesto que temían que les pasara lo mimo. Más bien aprovechó para propalar lo que para él era verdadero.

                -¡Pueblo de Atenas! ¡Percibo temor e incertidumbre en sus corazones! No temáis. La leyenda del Kraken es solo eso. Una fantasía que ha supervivido al pasar de los años. Una criatura fabulosa, que ha pasado por las tradiciones orales, de generación a generación…

                -Así que ese reycito no cree en la existencia del Kraken. Bien, muy bien. Entonces no queda más opción que lanzarlo a las fauces de la criatura. Mañana mismo en la mañana, mi Kraken les hará una “visita” a los atenienses –expresó Poseidón.

                Al amanecer, los pescadores estaban en su faena como de costumbre. Sin embargo, algo sucedía, algo se aproximaba. Incluso algo rugía. Era el Kraken, la bestia fabulosa que les habían contado los abuelos de los abuelos de los abuelos. Fue entonces que no tuvieron tiempo en escapar, tragándose a cada uno de ellos con su afilado e ingente pico, y retorciéndolos con sus tentáculos. Puesto que eso era. Un cefalópodo gigante. Un pulpo enorme, que amenazaba con destruir el puerto de Atenas.

                Para ese entonces, la bruja escarlata tenía tantas ganas de restregarle las consecuencias de su escepticismo al Rey, pero prefirió alejarse de las costas para salvar su vida. Fue entonces que el Rey se atemorizó tanto que experimentó una “meada real”. Se sentía tan culpable, de haber expuesto la seguridad de su pueblo, y el hechicero también. Ambos no sabían dónde colocar la cabeza, puesto que estaban llenos de vergüenza.

                No obstante, prefirieron huir, dejando a la reina y a su princesa y a su príncipe abandonados a su suerte. Por su parte, el Kraken ya estaba en las orillas de Atenas, moviendo sus tentáculos y rugiendo, y al mismo tiempo mostrando su ingente pico. Uno a uno se los iba devorando. Sin respetar género, edad, jerarquía, credo ni nada. Incluso le faltaban tentáculos para continuar masticando gente.

                En esos momentos, Poseidón, quien se encontraba en el Olimpo, estaba desternillándose de risa. Pero era una risa peculiar, muy vengativa. Con cada ateniense que moría atragantado por el Kraken, Poseidón se sentía feliz. No obstante, como quien entra sin pedir permiso, llegó Zeus, y con su capacidad omnisciente, adivinó todo lo que había ocurrido.

                -¿Gozas con la muerte de los mortales, hermano? –preguntó a Poseidón.

                -Se lo merecen. En los últimos meses se han burlado de nosotros y ya no nos hacen sacrificios. Han perdido el respeto hacia todo el Olimpo, incluidos tú y yo, hermano –profirió el rey de los mares, sosteniendo su tridente.

                -Comprendo tu razón. Yo también he percibido la conducta irreverente de los mortales. Pero, ¿tienen que morir todos? –preguntó Zeus, mientras soslayaba al Kraken triturando los cuerpos de los humanos.

                -Solo déjame asesinar al rey. Él es el responsable de mi ira hacia los mortales. Ahora mismo está tierra adentro, dejando atrás a su familia. Déjame que mi Kraken lo triture. Déjame por favor, hermano.

                Las razones de Poseidón eran fidedignas. También el rey de los dioses había sido testigo de la irreverencia de aquel reycillo. Así que le dio el permiso de matar a ese mandatario escéptico. Fue entonces que pasó lo inverosímil. Las aguas tomaron terreno y los tsunamis cubrieron gran parte de Atenas. Sin embargo, tanto la bruja escarlata como el rey escéptico, para ese entonces ya estaban muy adentrados en las montañas. Y esto lo vio Poseidón, y fue tanto su enojo que hizo que le crecieran alas al Kraken. Elevándose sin salvoconducto alguno. Y con su desarrollado olfato encontró al rey escéptico. Cayó encima de él y lo mató en el acto.

                Una vez muerto este rey, Poseidón ya estaba más tranquilo, pero quiso asegurarse que los demás mortales, no se olvidaran de ellos (los dioses). Entonces les mandó construir una estatua gigante, donde se asemejaba a un Olimpo, donde luego de mucho construir y plasmar, se vieron edificados cada uno de ellos. Eso les reconfortó a Poseidón y al resto de dioses. Y luego de muchos siglos, la leyenda del “Kraken volador” todavía estaba en las tradiciones orales de los abuelos, de los abuelos, de los abuelos. Y sin embargo, como el poder ensombrece la razón, llegó el tiempo en que un descendiente de aquel rey escéptico tomó el trono, y como ya habían pasado muchos siglos, se mermó la advertencia de Poseidón, y la nueva generación se burló y ninguneó a los dioses. Por lo que Poseidón, se disponía a darles una lección, pero se le adelantó Zeus y le dijo: “es mi turno de decirles unas palabritas”.

                -¡Mortales, puesto que habéis escatimado el respeto y la veneración hacia los dioses del Olimpo…no me queda más remedio que enseñarles a la mala! –exclamó Zeus, muy furioso y fuera de toda contención.

                Y de repente, el rey de los dioses se materializó en cientos de miles de langostas. Una de las peores pestes de la historia. Y fue entonces que los atenienses huyeron y gritaron, pidieron clemencia, pero las langostas eran sordas a aquellos ruegos. Puesto que Zeus, estaba muy molesto, y no mermó su maleficio. No descansando en asesinar a los griegos, quienes habían perdido respeto alguno. No obstante, como Zeus predijo que pasados medio millar de años, los mortales volverían a olvidarlos, tuvo la decisión de enviarlos en cuerpo y alma al Hades. Precisamente a la morada de su hermano, en el submundo, en los terrenos de ultratumba. Por su parte, Hades estaba contento con aquella “donación” de almas y cuerpos pecadores. Y fue entonces que el territorio de Atenas lucía ahora desolado y solitario. Lo único que se salvó fue la bruja escarlata y el oráculo de Delfos. Zeus fue bondadoso con ellos y los salvó de la muerte y del sometimiento al Hades.

                -Dime, gran oráculo. ¿Qué pasará ahora?

                -Lo mismo te pregunto, hechicera.

                -No soporto tanta quietud. Hablaré con el rey de los dioses.

                -Dime, bruja escarlata. ¿Qué se te ofrece? –pronunció Zeus, mientras se veía un grupo de personas brindando.

                -Rey de los dioses. Sin tener a nadie con quien vaticinar, vengo a pedirte que me envíes a algún lugar donde vivir, y por supuesto donde haya gente. Es lo único que pido.

                -Mmmm…muy bien mi estimada, por haber sido respetuosa y correcta en tu conducta, te enviaré a un lugar donde podrás vivir con gente como tú.

                Con esas palabras, la bruja escarlata sonrió de impaciencia. Y esperaba lo inimaginable

                -Te enviaré a un lugar donde podrás estar entre los tuyos-. Y levantando las manos lanzó una especie de rayos triangulares, y envió a la bruja, lejos, muy lejos.

                Tan es así que cuando llegó y recuperó la conciencia. Preguntó: “¿Dónde estoy?”

                -Y una pueblerina sonriendo le contestó: “dónde más, en la isla Aquelárrica”.

                Fue entonces que comprendió que Zeus había cumplido su palabra. Se estableció en Aquelárrica y vivió hasta los quinientos años. Y en cuanto al oráculo de Delfos, encontró un lugar en el Olimpo, donde los dioses se divertían y recibía toda clase de preguntas. Hasta que dicho oráculo, cansado de vaticinar, día a día. Tomó la decisión de huir de aquel lugar y mágicamente se transportó a un lugar muy lejano. Sin embargo, como para él no existen los secretos supo que había llegado a las tierras de un gran imperio. Un lugar que resaltaba entre los mortales. Un lugar llamado Tahuantinsuyo.


Esgrimista

domingo, 23 de octubre de 2011

Atreo

(Mitología Griega)

El rey Atreo de Micenas era el hijo de Pélope e HIpodamia, y padre de Agamenón y Menelao. Su hermano gemelo Tiestes fueron exiliados de Pisa por su padre por haber asesinado a su hermanastro Crisino en su deseo de alcanzar el trono de Olimpia. Fueron a refugiarse a Micenas, donde ascendieron al trono en ausencia del rey Euristeo, que estaba luchando con los Heráclidas. Euristeo había dispuesto que su mandato fuera temporal, pero se hizo permanente debido a su muerte en la batalla.

Atreo juró sacrificar su mejor cordero a Artemisa. Sin embargo, mientras buscaba su rebaño descubrió un cordero dorado que dio a su esposa, Aérope, para esconderlo de la diosa. Ésta se lo dio a su amante y hermano de Atreo, Tiestes, que convenció entonces a Atreo para que aceptara que aquél que tuviese el cordero fuese el rey. Tiestes mostró entonces el cordero y reclamó el trono.

Atreo recuperó el trono siguiendo el consejo que recibió de Hermes. Tiestes aceptó devolver el trono cuando el sol se moviese hacia atrás en el cielo, una hazaña que Zeus llevó a cabo. Atreo recuperó el trono y desterró a Tiestes.

Atreo supo entonces del adulterio de Tiestes y Aérope y planeó su venganza. Mató a los hijos de Tiestes (Tántalo, Plístenes, Áglao, Orcómeno y Calileonte), los hirvió y los sirvió a la mesa. Al terminar la comida, le presentó en otra bandeja las cabezas, pies y manos de sus víctimas, para que se diera cuenta de lo que había comido. Tiestes vomitó horrorizado lo que tenía en el estómago y lanzó una terrible maldición a los descendientes de Atreo.

Entonces un oráculo aconsejó a Tiestes que si tenía un hijo con su propia hija (Pelopia), ese hijo mataría a Atreo. Tiestes así lo hizo y el hijo, Egisto, mató a Atreo. Sin embargo, cuando Egisto nació, fue abandonado por su madre, avergonzada de su acto incestuoso. Un pastor encontró al bebé y se lo dio a Atreo, quien lo crio como su propio hijo. Sólo cuando alcanzó la madurez reveló Tiestes la verdad a Egisto. Egisto mató entonces a Atreo.

Según algunas fuentes, Atreo fue el padre de Plístenes. Sin embargo, lo más común es considerarles hermanos.

domingo, 18 de septiembre de 2011

Teseo


(Mitología Griega)

Fue un mítico rey de Atenas, hijo de Etra y Egeo, aunque según otra tradición su padre fue Poseidón, el dios del mar, quien habría abusado sexualmente de Etra en el templo de Atenea.

Egeo, que no había tenido descendencia con sus otras esposas, consultó al oráculo de Delfos, que le respondió: “No abras tu odre hasta que regreses a Atenas”. Él no comprendió el oráculo pero Piteo rey de Trecén y padre de Etra, sí lo entendió. Lo que el oráculo había querido decir era que si llegaba a Atenas sin haber tenido relación sexual alguna, la primera mujer con la que yaciera tendría un heredero suyo. Como Piteo deseaba que su hija diera a luz al heredero del trono ateniense emborrachó a Egeo, y así consiguió que fecundara a Etra.

Tras la concepción de Teseo, Egeo, por temor a los Palántidas, sus sobrinos y que querían el trono, decidió que su hijo no pasara la niñez con él y escondió su espada y sus sandalias bajo una roca que el niño no debía de poder mover hasta que fuera lo suficientemente fuerte. Así que la infancia de Teseo transcurrió en compañía de su madre y de su abuelo en la ciudad de Trecén.

 Cuando cumplió los dieciséis años su madre le reveló el secreto de su paternidad y llegado a esta edad, Teseo pudo levantar la piedra, calzarse las sandalias y envainar la espada de su padre e iniciar su viaje a Atenas para ser reconocido como hijo del rey.

domingo, 14 de agosto de 2011

Argonautas

(Mitología Griega)

Con el nombre de argonautas se conoce a los héroes que acompañaron a Jasón en su búsqueda del vellocino de oro. Sus avatares fueron contados en el poema épico Argonáuticas, del autor griego Apolonio de Rodas.

El nombre de Argonautas procede del latín argonauta y ésta del griego αργοναύτης, de argos (nombre de la nave) y nauta (marinero). Argo era el nombre de la nave, bautizada en honor a su constructor Argos.

La historia de los argonautas es una de las leyendas griegas más antiguas incorporando numerosos elementos comunes en las historias populares, el viaje peligroso de un héroe al que se le envía para desembarazarse de él imponiéndole una tarea imposible de llevar a cabo pero de la que sale victorioso gracias a la ayuda de aliados inesperados.

domingo, 10 de julio de 2011

Prometeo

(Mitología Griega)

Es el Titán amigo de los mortales, honrado principalmente por robar el fuego de los dioses en el tallo de una cañaheja, darlo a los humanos para su uso y ser castigado por este motivo. Prometeo era hijo de Jápeto y la oceánide Asia o de la también oceánide Clímene. Era hermano de Atlas, Epimeteo y Menecio, a los que superaba en astucia y engaños. 

Prometeo fue un gran benefactor de la humanidad. Urdió un primer engaño contra Zeus al realizar el sacrificio de un gran buey que dividió a continuación en dos partes: en una de ellas puso la piel, la carne y las vísceras, que ocultó en el vientre del buey y en la otra puso los huesos pero los cubrió de apetitosa grasa. Dejó entonces elegir a Zeus la parte que comerían los dioses. Zeus eligió la capa de grasa y se llenó de cólera cuando vio que en realidad había escogido los huesos. Desde entonces los hombres queman en los sacrificios los huesos para ofrecerlos a los dioses, pero la carne se la comen.

Indignado por este engaño, Zeus privó a los hombres del fuego. Prometeo decidió robarlo, así que subió al monte Olimpo y lo cogió del carro de Helios (en la mitología posterior, Apolo) o de la forja de Hefesto y lo consiguió devolver a los hombres en el tallo de una cañaheja, que arde lentamente y resulta muy apropiado para este fin. De esta forma la humanidad pudo calentarse.

En otras versiones, Prometeo robaba las artes de Hefesto y Atenea, llevándose también el fuego porque sin él no servían para nada, y proporcionando de esta forma al hombre los medios con los que ganarse la vida.