martes, 1 de noviembre de 2011

Memorias de Halloween en los 80s y los Criolloween

Juan Mujica

Seguro que al empezar a leer este artículo esperabas enterarte de cómo me divertí en mi infancia. Esperabas que te narre historias de disfraces, caramelos que hube conseguido y papás guardianes que como a la mayoría de niños los acompañan en su travesía nocturna y pintoresca. Lamento decepcionarte, ya que durante mi infancia cuando llegaban los 31 de octubre, jamás tuve un disfraz. Nunca alcanzó el dinero para aquellas suntuosas diversiones. Pero no solamente yo, ya que éramos toda una mancha de muchachitos que alucinábamos ser parte de aquella tradición, y aunque nunca estuvimos disfrazados nos colábamos en el grupo y pedíamos caramelos. Si alguna vez nos lo dieron ya no lo recuerdo.

Para una mayoría contemporánea es fácil comprometerse con la celebración de la Canción Criolla. Incluso de un tiempo a esta parte, se ha hecho mucho esfuerzo en convencer a los jóvenes a que aprecien dicho ritmo musical. Sin embargo, no es fácil competir contra un fenómeno internacional, y que además no es sólo asunto de niños. También hay jóvenes que se aventuran a disfrazarse e ir a las discotecas a lucir su diseño pintoresco.

No obstante, esta disputa continuará y en vez de discutir entre celebrar el Halloween o el Día de la Canción Criolla, se podría fusionar y armar un “Criolloween”, como ya he repetido en anteriores oportunidades. Y si les parece pagano celebrar aquella fiesta celta, tendrías que ir considerando en dejar de armar tu árbol navideño, que también es una tradición pagana en muchas culturas. Me despido y ya sea que se diviertan este 31 de octubre recuerden que no hace daño ser ecléptico y tolerante con otros gustos ajenos a los propios. ¡Viva el zambo Cavero, quien sigue cantando para el mundo desde el cielo!

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