Juan Mujica
Debido
a los enfrentamientos entre los habitantes de la Grecia antigua, los cuales
mantenían eternas batallas, fue que sus ruegos fueron escuchados por el dios
Helio, a quien se edificó en el muelle Rodas, el cual lleva su nombre. Por otro
lado, en el Templo del Zeus olímpico, su estatua también tomó movimiento y se
puso de pie. Ambos son parte de las siete maravillas del mundo antiguo. No
obstante, del primero ya no quedan rastros, aparentemente destruido por un terremoto.
De igual manera, los dos monumentos que fueron tallados por Cares de Lindos y
por Fidias, respectivamente, al cobrar vida se maravillaron de tener vida y
movimiento.
-Oh
Coloso de Rodas, escucha nuestro pedido. En nombre de nosotros destruye a nuestros
enemigos –le pedían los habitantes de la isla de Rodas.
Así
que aquel gigante de piedra los escuchó y se puso en marcha para destruir a sus
enemigos. De igual manera, en otra parte de Grecia le pidieron al Zeus olímpico
que devastara a la gente de Rodas. Sin embargo, la pelea no sería pareja ya que
el Coloso, según los antiguos escritores como Plinio el viejo, Polibio y
Estrabón, medía 32 metros. Mientras que su rival, el Zeus olímpico apenas mide
12 metros. De tal manera que en un punto medio se
encontraron los dos titanes, los cuales eran vitoreados y arengados por sus
defendidos. Así que aprovechando la diferencia de altura, el Coloso de Rodas se
confió y miró con desdén a su rival. Por su parte, el Zeus olímpico pensaba que
mejor era usar maña que fuerza. Por tal que este último avanzó a toda carrera y
embistió a su émulo por el estómago. Sin embargo, por ser ambos de piedra la
colisión tuvo un sonido estentóreo, pero que le causó gracia al más alto.
-¿Eso
es todo lo que puedes hacer? –le preguntó el Coloso al Zeus en un griego muy
antiguo.
-No,
no es todo. Y recuerda que yo soy el rey de los dioses.
Estas
palabras fueron ignoradas por el Coloso, ya que estaba convencido que su gran
tamaño sería su gran defensa. Por unos segundos, Zeus pensó en su próximo
ataque, pero antes que se decidiera, el Coloso intentó quemarlo con su gran
antorcha. A lo que Zeus reaccionó esquivándolo, y más bien le tiró un rayo que
tenía una gran potencia, tanto así que provocó una gran lluvia. Fue entonces
que la antorcha del Coloso se apagó e inesperadamente volvió a convertirse en
un ser inanimado. Ante tal situación, Zeus aprovechó y le tiró un tacle en la
cabeza y otros dos más en el cuerpo de su opositor, que terminaron por derribar
y destruir al Coloso, frente a la desilusión de sus defendidos, quienes huyeron
corriendo de ahí, atemorizados al creer que el ganador también los atacaría a
ellos. Pero como no se puede matar a una hormiga con un martillo, fueron
aquellos griegos que le pidieron ayuda al Zeus olímpico, quienes asesinaron a
los habitantes de la isla de Rodas. Tal vez esta es otra de las mitologías de
los antiguos griegos, pero ¿no crees que fue más emocionante que el terremoto?
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