sábado, 18 de mayo de 2013

El fin de la Antártida



Juan Mujica

Dentro de cien años debido al calentamiento global y otros factores, la Antártida, más conocida como el continente blanco, contra todo pronóstico estaría por desaparecer. Es decir, que su forma circular de 4500 km de diámetro tendría las probabilidades de volverse agua. Este sexto continente, que alberga 80% de agua dulce y con una elevación máxima en el monte Erebus de 4900 msnm. No obstante, el calor del sol estaría en contra de la Antártida. Irradiando hasta los cincuenta grados centígrados. Sin embargo, unos exploradores estaban en el sexto continente y se dieron cuenta de la gravedad del asunto:
            -Esta situación está peor de lo que pensábamos. En cualquier momento se deshiela todo –comentó uno de los exploradores.
            -Así es mi estimado. Por la energía del sol y la contaminación aérea el daño es irreversible –contestó otro del equipo.
            -Miren a esos pingüinos. Ni imaginan lo que se les espera. Y miren a esos osos polares. Pobres, pronto no tendrán donde ponerse en pie –respondió el primer explorador.
            -Así es. Y lo malo es que no hay quien detenga todo esto. Es irreversible –refirió el segundo.
            Tal y como afirmaban estos exploradores el deshielo era inminente. Y observaron el volcán más elevado situado en el monte Erebus. Y llegaron otras embarcaciones y observaron lo mismo, pero ellos no fueron los únicos, ya que la noticia de la situación de la Antártida era una noticia internacional. Pronto ya no había lugar para más exploradores. Y se hablaban entre ellos y algunos con ayuda de intérpretes. Todos con mucho calor, ya que el sol estaba ardiendo en el polo sur. Aquellos cincuenta grados de temperatura seguían deshielando poco a poco los bloques de hielo. Y los iceberg también estaban volviéndose líquido. Y como el terreno estaba cada vez más inestable, los exploradores tuvieron que irse a sus embarcaciones. Y regresar a sus países de origen. Y a la mañana siguiente en los radares no lograban ver a la Antártida. Como si hubiera desaparecido del mapa. Efectivamente, no tardaron en llegar las embarcaciones hacia el polo sur y tan solo encontraron agua helada. Ya no estaban los bloques de hielo ni los iceberg. Y los pingüinos estaban nadando y tratando de salvar sus vidas. Otros murieron ahogados. Al igual que los osos polares, que luchaban por mantenerse a flote, pero pronto serían presa del agua helada.
            -Ya no hay nada del continente blanco. Solo queda agua y más agua –comento uno de los exploradores, mientras observaba con sus largavistas.
            -Efectivamente, ya no queda ningún rastro de la Antártida –respondió otro de su equipo.
            Debido a esta situación quedaba en proceso la repartición de aquella zona del polo sur. Así que las Naciones Unidas empezaron a cuestionarlo. Y llegaron a la conclusión que aquella zona sería apátrida, pero que se debieran respetar los tratados internacionales y tendrían que pedir permiso previo en caso de circular por aquella zona que perteneció al otrora sexto continente. No obstante, la temperatura del sol bajó nuevamente y se volvió a formar un iceberg que fue la fatalidad de un caso como el Titanic. Sin embargo, con el tiempo volvió a consolidarse la Antártida como en sus mejores años. Aunque la temperatura del sol subía y bajaba, lo que preocupó a los exploradores y científicos. Ya que se había vuelto un continente inestable. Hasta que llegado un tiempo dejó de formarse y ya nunca más volvió a brotar el hielo. Habíamos perdido a la Antártida para siempre.
           



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