Juan Mujica
En una tarde de otoño y
mientras caían algunas hojas de los árboles; de repente un objeto surcó el
firmamento. Dejando a su paso una hilera de humo. Nadie podía creerlo. Se trataba de un aerolito que había venido de
quién sabe dónde y que ahora se preparaba para aterrizar, y lo hizo en Perú,
propiamente dicho en Markahuasi. Efectivamente, en aquel lugar donde hay rocas
con formas muy similares a las reales. Ahí fue a caer el bólido. A vista y paciencia
de turistas y excursionistas, detrás de toda esa humareda, de pronto el
aerolito se empezó a abrir y se convirtió en un humanoide. Nadie podía creerlo.
Fue entonces que empezó el murmullo, que se convirtió en habladuría. Al parecer
era un extraterrestre, y todo su contorno era plateado. Incluso su dorso y todo
su espaldar era de ese color. Y luego de un tanto de miramientos expresó a los
presentes:
-Gramaty sinfoly xinfory artilury
Como podrán imaginarse nadie entendió las palabras del
extraterrestre. Y luego el aerolito humanoide tocó su sien con una mano y
seguía pronunciando palabras ininteligibles. Inmediatamente se puso a caminar,
examinando su contexto y se extrañaba de las conformaciones de roca. Todo ello
le hacía deducir que había vida inteligente en aquel planeta. Sin embargo, de
repente otros aerolitos venían hacia él. Eran diez aerolitos, que cayeron a
tierra e inmediatamente se volvieron humanoides. Todos ellos se parecían,
aunque había diferencias de estaturas y colores. Tenían orejas puntiagudas.
Además sus cabezas eran relativamente grandes, y todos plateados o de otros
colores. Y en cuanto todos estuvieron humanizados empezaron a conversar:
-Jibedy arf kimoly erf numoly artliujy zufery –dijo uno
de ellos.
-Hyboly
emf weliby azcredgbu jurvcile –replicó otro.
Mientras
tanto los turistas, excursionistas y pueblerinos seguían mirándolos, y no
comprendían lo que habían dicho. Fue entonces que el firmamento se puso oscuro
como si ya anocheciera. Al parecer era una gigantesca nave, que parecía estar
detrás de las nubes, y sin embargo, estaba a varios kilómetros de la Tierra. Y
por arte de magia se materializó una máquina que tenía como un gran taladro en
la parte de adelante. E inmediatamente se puso a perforar la tierra. Ante las
miradas de los once aerolitos vivientes. No obstante, sin que nadie lo advirtiera
apareció un ejército de gnomos –que son los guardianes de la tierra-. Y les
advirtieron que dejaran en paz el terreno y que se largaran. No obstante, los
aerolitos humanoides los subestimaron y se rieron de ellos. Incluso usaron su
magia para ahuyentarlos, pero fue inútil. Fue entonces que aquella máquina se
trabó y no pudo continuar. Revisaron con su visión X y vieron que había cierta
roca que era muy dura.
-Han chocado con la roca fantolia. Es una de las más
duras del planeta –refirió uno de los gnomos.
-Así es –exclamó otro de ellos-. No podrán continuar así
quieran. No tienen la tecnología suficiente. Tendrán que irse.
Fue entonces que los aerolitos humanoides desistieron de
su búsqueda de minerales, pero prometiendo que volverían. No obstante, aún los
estamos esperando y no han vuelto a aparecer. Hasta que un día o mejor dicho
hace unos días aparecieron once figuras de piedra, en aquel paraje de
Markahuasi. Y nadie sabe quién los moldeó, aunque eran la viva imagen de los
aerolitos vivientes. Como si fueran un equipo de futbol, listos para entrar en
la cancha.
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