Juan Mujica
Los
demonios rojos se han soltado,
su
prisión ya está abierta,
fue
verdad lo que han contado,
una
historia muy cierta.
Las
cadenas destrozaron,
librándose
del arresto,
y
en manada arrazaron,
un
sendero funesto.
Ya
libres en la oscuridad,
desatan
su fiero instinto,
celebran
la malignidad,
su
ley, con vino tinto.
Son
como bestias galopando,
cruzando
los arrabales,
siguen
su camino escapando,
gritando
como son tales.
Ya
ocultándose la luna,
es
hora de volver al averno,
el
cual fue su cuna,
y
ahora entran en terno.