Juan Mujica
Tras experimentar múltiples maltratos y juegos villanos, los naipes de todo el mundo decidieron rebelarse y tomar el poder sobre los humanos. Empezando por los casinos, donde muchas barajas ya estaban muy cansados que todas las noches jugaban con ellos al “Póker”. Luego en los hogares también, luego de muchos “Ocho locos”, se liberaron de sus secuestradores.
Y los ejércitos de naipes formaron sus filas. Desde los reyes hasta los demás con el jocker incluido. Y marchaban por la calles, y la gente veía al rey de espadas, muy junto a la reina de corazones. Y los naipes de mayor número iban primero, seguidos de los demás, y al último los ases, quienes a pesar de su condición sabían su verdadero valor en las mesas, Y seguían marchando las espadas, los diamantes, los corazones y los tréboles.
Sin embargo, su rebelión se vio amenazada, ya que un hechicero utilizó su magia para que volvieran a su estado inerte, pero no funcionó. Así los naipes tomaron el poder. Entraron a Palacio de Gobierno, y cuando ya estaban por sentarse en el trono real (sillón presidencial), los cuatro reyes pensaron lo mismo. Armándose una fuerte discusión, que conllevó a una lucha entre todas las barajas. Y los humanos se sorprendieron al ver a todas esas cartas que en el otrora funcionaban bien en los juegos. Ahora estaban luchando con armas de su propia naturaleza.
Y como se podrán imaginar ganaron las espadas, a pesar que querían ser sobornados por los diamantes. El rey de espadas tomó el poder y desde ese momento el rumbo del país se vio dirigido por los naipes. Tal vez este cuento es difícil de creer, pero pertenece al sueño de un apostador borracho que en este momento está tirado en alguna callejuela con unos naipes en una mano, con una botella de whisky en la otra mano y soñando que los naipes juegan con él.
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