(Mitología Celta)
Era el médico de los dioses, y sus habilidades curadoras eran conocidas en todo el mundo. Junto con su hija Airmed, cuidaban la Fuente de la salud: cualquier guerrero herido o muerto, era capaz de resucitar al ser depositado en sus aguas. A pesar de tales habilidades, Diancecht tenía un defecto: la envidia. Cuando Nuada perdió su mano en la batalla, el hijo de Diancecht, Miach, fue capaz de reemplazarla con una mano de plata. Diancecht se puso tan celoso de las capacidades de su hijo que decidió matarlo.
Sin embargo, en el sitio donde Miach fue enterrado, brotaron todas las hierbas medicinales que hoy se conocen, siguiendo la forma del cuerpo de Miach. Airmed las recolectó y las guardó en su capa, pero Diancecht las desordenó, razón por la cual hoy conocemos las hierbas medicinales, pero debemos estudiarlas cuidadosamente para saber cuál es su uso.
Esta historia nos muestra dos formas de hacer el bien: por propia vanidad, la cual es estéril (Diancecht pierde a su hijo, por tanto, es incapaz de dar frutos) o por un verdadero amor al prójimo como el de Miach, el cual puede seguir siendo fructífero mas allá de la muerte.
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