sábado, 27 de abril de 2013

Los selenitas



Juan Mujica

Desde siempre el ser humano ha contemplado a la luna y hasta la veneraba como si tuviese un origen divino. Como los griegos que la llamaron Selene en honor de su diosa del mismo nombre. Sin embargo, pasado un tiempo las observaciones se hicieron mucho más serias y frecuentes. Sobre todo desde que Galileo Galilei utilizó un telescopio y la pudo apreciar con más detalle. Fue entonces, a partir de ahí que la raza humana se ha interesado cada vez más sobre este satélite natural. No obstante, mucho antes que Neil Armstrong pisara la luna, en este lugar había unas criaturas diminutas. Casi a la altura de las rodillas de un hombre promedio. Con el tiempo fueron llamados los selenitas. Estas criaturas eran humanoides, pero con la cabeza triangular y con antenas; de ojos negros y lenticulares. Entonces cuando Armstrong llegó a la luna con su equipo, se dieron cuenta que había cráteres y vieron a los selenitas, que los alarmó por creer que eran unos monstruos. No obstante, ya teniéndolos más de cerca les pareció que eran unas criaturas pacíficas. E incluso trataron de comunicarse con ellos.
            -Hola, somos de la Tierra. Venimos en paz. Yo soy Neil Armstrong –dijo el cosmonauta, esperando una respuesta.
            Uno de los líderes de los selenitas y sus subordinados se miraron entre sí y también miraron a los extranjeros. Entre ellos conversaron en un idioma muy extraño. Más o menos así:
            -Gwarmis nokupbre ank jyjeranko koynbedazika
            Al oír este lenguaje los extranjeros se extrañaron muchísimo y se desalentaron de no poder comunicarse con ellos. No obstante, Jabok –uno de los líderes-. Maniobró un dispositivo que tenía a manera de pulsera y lo calibró en nuestro idioma. Y así pudieron al fin entenderlos.
            -Saaaluuudoooss exxxxtraaaannnjjerrrroooosss. Nooossoootrrroosss soomooosss Keeemiiiistiiiicoooos, Kemisticos. Yoo sooy Jaabook. –decía el líder ante el asombro de Amstrong y los demás.
            Fue así que pudieron comunicarse y tener una charla pacífica, aunque un poco parafraseada por parte de los selenitas. Sin embargo, como no todo en la vida es felicidad, como a veces lo que parece no es. Mientras charlaban alegremente, un grupo de selenitas, quienes al igual que todos ellos se comunicaban también por telepatía, subieron a la nave de los extranjeros. Y una vez que se hubieron reído y charlado de lo lindo. Armstrong y los suyos se despidieron, pero los selenitas les decían que por qué no se quedaban a vivir con ellos. Sin embargo, los humanos les decían que no gracias, que tenían que volver para reencontrarse con sus familias. Así que al fin después de mucha despedida la nave terrestre despegó y volvió a la Tierra, ante el asombro y aplauso de los demás seres humanos. Que incluso vieron muchos de ellos el viaje por televisión en blanco y negro. Y fueron muy apoteósicamente vitoreados y abrazados por sus familias. Sin embargo, lo que no sabían era que mismo “caballo de troya”, muchos de los selenitas cuando se vieron sin ninguna vigilancia, bajaron de la nave y ellos se comunicaron con su gente de la luna y les dijeron que podrían venir, ya que ellos –los humanos-, ni sospechaban que tenían planes de conquista de la Tierra.
            Fue entonces que los selenitas que estaban en la luna vinieron en sus naves espaciales. Y cuando descendieron los selenitas, lo hicieron de noche y se sumergieron en el Triángulo de las Bermudas, donde nadie regresa. Sin embargo, los selenitas lograron salir de ahí y prepararse para atacar e invadir a los humanos. No obstante, los radares terrestres, quienes los habían detectado, cuando ingresaron a aquel Triángulo los perdieron de vista y hasta pensaron que habían desaparecido para siempre. Y fue entonces que aquellos enanitos asesinaron a toda la raza humana. Y cuando los tuvieron a todos esos 7 mil millones de cuerpos, casi inefablemente entraron en los organismos de muchos de hechos y sin necesidad de almas los suplantaron y se quedaron en la Tierra. E incluso llamaron a nuestro planeta como Terraselen. No volviendo más a Selene; y al resto de cuerpos que quedaban los devoraron; luego sin vergüenza eruptaron y rieron; siempre en su idioma. Además todos los huesos que quedaron los lanzaron al espacio; y hasta ahora siguen los Kemisticos viviendo en la Tierra, a vista y paciencia de los seres fantásticos de la naturaleza.

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