Juan Mujica
Desde siempre el ser
humano ha contemplado a la luna y hasta la veneraba como si tuviese un origen
divino. Como los griegos que la llamaron Selene en honor de su diosa del mismo
nombre. Sin embargo, pasado un tiempo las observaciones se hicieron mucho más
serias y frecuentes. Sobre todo desde que Galileo Galilei utilizó un telescopio
y la pudo apreciar con más detalle. Fue entonces, a partir de ahí que la raza
humana se ha interesado cada vez más sobre este satélite natural. No obstante,
mucho antes que Neil Armstrong pisara la luna, en este lugar había unas
criaturas diminutas. Casi a la altura de las rodillas de un hombre promedio.
Con el tiempo fueron llamados los selenitas. Estas criaturas eran humanoides, pero
con la cabeza triangular y con antenas; de ojos negros y lenticulares. Entonces
cuando Armstrong llegó a la luna con su equipo, se dieron cuenta que había
cráteres y vieron a los selenitas, que los alarmó por creer que eran unos
monstruos. No obstante, ya teniéndolos más de cerca les pareció que eran unas
criaturas pacíficas. E incluso trataron de comunicarse con ellos.
-Hola, somos de la Tierra. Venimos en paz. Yo soy Neil Armstrong
–dijo el cosmonauta, esperando una respuesta.
Uno de los líderes de los selenitas y sus subordinados se
miraron entre sí y también miraron a los extranjeros. Entre ellos conversaron
en un idioma muy extraño. Más o menos así:
-Gwarmis nokupbre ank jyjeranko koynbedazika
Al oír este lenguaje los extranjeros se extrañaron
muchísimo y se desalentaron de no poder comunicarse con ellos. No obstante,
Jabok –uno de los líderes-. Maniobró un dispositivo que tenía a manera de
pulsera y lo calibró en nuestro idioma. Y así pudieron al fin entenderlos.
-Saaaluuudoooss exxxxtraaaannnjjerrrroooosss.
Nooossoootrrroosss soomooosss Keeemiiiistiiiicoooos, Kemisticos. Yoo sooy
Jaabook. –decía el líder ante el asombro de Amstrong y los demás.
Fue así que pudieron comunicarse y tener una charla
pacífica, aunque un poco parafraseada por parte de los selenitas. Sin embargo,
como no todo en la vida es felicidad, como a veces lo que parece no es.
Mientras charlaban alegremente, un grupo de selenitas, quienes al igual que todos
ellos se comunicaban también por telepatía, subieron a la nave de los
extranjeros. Y una vez que se hubieron reído y charlado de lo lindo. Armstrong
y los suyos se despidieron, pero los selenitas les decían que por qué no se
quedaban a vivir con ellos. Sin embargo, los humanos les decían que no gracias,
que tenían que volver para reencontrarse con sus familias. Así que al fin
después de mucha despedida la nave terrestre despegó y volvió a la Tierra, ante
el asombro y aplauso de los demás seres humanos. Que incluso vieron muchos de
ellos el viaje por televisión en blanco y negro. Y fueron muy apoteósicamente
vitoreados y abrazados por sus familias. Sin embargo, lo que no sabían era que
mismo “caballo de troya”, muchos de los selenitas cuando se vieron sin ninguna
vigilancia, bajaron de la nave y ellos se comunicaron con su gente de la luna y
les dijeron que podrían venir, ya que ellos –los humanos-, ni sospechaban que
tenían planes de conquista de la Tierra.
Fue entonces que los selenitas que estaban en la luna vinieron
en sus naves espaciales. Y cuando descendieron los selenitas, lo hicieron de
noche y se sumergieron en el Triángulo de las Bermudas, donde nadie regresa.
Sin embargo, los selenitas lograron salir de ahí y prepararse para atacar e
invadir a los humanos. No obstante, los radares terrestres, quienes los habían
detectado, cuando ingresaron a aquel Triángulo los perdieron de vista y hasta
pensaron que habían desaparecido para siempre. Y fue entonces que aquellos enanitos
asesinaron a toda la raza humana. Y cuando los tuvieron a todos esos 7 mil
millones de cuerpos, casi inefablemente entraron en los organismos de muchos de
hechos y sin necesidad de almas los suplantaron y se quedaron en la Tierra. E
incluso llamaron a nuestro planeta como Terraselen. No volviendo más a Selene;
y al resto de cuerpos que quedaban los devoraron; luego sin vergüenza eruptaron
y rieron; siempre en su idioma. Además todos los huesos que quedaron los
lanzaron al espacio; y hasta ahora siguen los Kemisticos viviendo en la Tierra,
a vista y paciencia de los seres fantásticos de la naturaleza.
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