Hola amigos, bienvenidos a un mini-programa más de BIBLIOPOEMAS. Un espacio donde damos lecturas a poemas propios, pero también los poemas de otros autores. Así que esperamos que les gusten los que leemos en esta oportunidad, y ya nos estaremos reencontrando la próxima semana. Hasta luego amigos. Bendiciones.
Desde pequeños hemos crecido
con la tradición en que los 31 de octubre, mientras nuestros mayores celebraban
el “Día de la Canción Criolla”, toda
la chiquillada convencían a sus padres para que les compren y/o faciliten un
disfraz, ya sea total o parcial, y de esa manera sumarse a la muchedumbre de
niños, quienes su vacilón era gritar a la entrada de las tiendas, restaurantes,
e incluso tocar las puertas de las casas particulares, y siempre con el mismo
ritmo: ¡Halloween! ¡Halloween! ¡Halloween!.
Y tanto es el bullicio que las
personas, y/o dueños de tiendas o bodegas, prefieren regalarles unos dulces,
que reciben dentro de unos recipientes en forma de calabazas, que seguir
escuchando aquella diabólica tonada. Y por supuesto, por ser en la mayoría de
los casos unos niños muy pequeños, son acompañados de la mamá, del papá o de
algún familiar.
Por su parte, los jóvenes no
son ajenos a esta fecha. Ellos aprovechan cada 31 de octubre para “tonear”, pero
puesto que la festividad lo amerita, acuden disfrazados. Ya podrán imaginarse,
o recordar que en aquellas épocas fiesteras, se veían una fila de personajes,
como Superman, el Hombre Araña, Linterna Verde, y en el caso de las chicas,
algunas como princesas, como Blanca Nieves, la Caperucita, etc. ¡Ah, pero un
momento!, eso era antes, ya que el comercio oportunista les ofrece algo más
llamativo y satánico.
Solo recuerden el 31 de octubre
pasado. ¿Recordaron? Claro…ahora la moda de Halloween
es disfrazarse de zombis, de muertos vivientes, de brujas, en fin,
cualquier traje que incluya la sangre. Que por supuesto es artificial, pero que
estando desprevenidos, de seguro que han asustado o asustarán a muchos.
No obstante, ¿sabes de donde
procede tal tradición? ¿No? Pues entérense que el Halloween proviene de la cultura celta. Y justamente que aquella
palabra tiene una etimología que es “All
Hallows' Eve”, cuya traducción es “Víspera
de todos los santos”. Sin embargo, también se le llama Noche de brujas.
En esta fecha, que hasta la
actualidad en algunas partes del mundo, es festejada verbigracia en países como
Canadá, Estados Unidos, Irlanda e incluso en Reino Unido, pero también en otras
partes del planeta.
El Halloween fue un “rito” celta en que se rendía homenaje al Samhain, el cual tiene la proximidad de
un día, puesto que en el 1 de noviembre, el mundo católico celebra el Día de todos los santos.
En ese día de las brujas, los
colores más pintorescos son el anaranjado, el negro y hasta el morado, cuyos
matices se asocian con eljack-o'-lantern.
Cada 31 de octubre se repite la
misma escena. Los niños disfrazados con sus padres, los jóvenes “toneando” al
ritmo de las “cortadoras”. Y el ambiente se viste de anaranjado con negro,
siendo las calabacitas el objeto fijo para vender en dicha fecha.
Sin embargo, para que no les dé
“pica pica” a los adultos mayores y/o simpatizantes de la música vernacular,
pues aquí en el Perú aquellos 31 de octubre, la figura cambia radicalmente.
Puesto que ni bien los relojes marcan la medianoche del 31 de octubre, empieza
la jarana, se abren las botellas de cerveza, y los presentes se animan al ritmo
de la guitarra y el cajón.
Y como representantes de la Música Criolla hemos tenido
representantes como Felipe Pinglo, El zambo Cavero, Pepe Vásquez, Óscar Avilés,
entre otros que ya no están entre nosotros. Sin embargo, aún sobreviven
personajes como Augusto Polo Campos, los cuales son la esperanza que muchos de
su generación luchan para que el Día de
la Canción Criolla prevalezca, y solo podrá tener vigencia, cultivando,
componiendo, cantando y tocando la guitarra, el cajón, etc.
Por todo lo expuesto, no hay
por qué discutir y ser solidario y comprensivos contra la otra parte. Y que
este 31 de octubre que ya está encima, podamos como mágicamente, celebrar un
consensuado “CRIOLLOWEEN”. En que las generaciones se unan en un solo festejo y
que desaparezca esa división que no ayuda en nada a que las familias celebren
entre cajones y disfraces, una noche que un día se vestirá de gala, y una fecha
en que se comparta la alegría de los que algún día en el pasado también fueron
adolescentes y niños entusiastas en busca de diversión. ¡Viva el Criolloween!
Nuevamente se da la discusión de todos los 31 de octubre en el Perú. Si celebrar el Día de la Canción Criolla o Halloween. Realmente es una controversia que ya tiene tiempo y que simplemente se elige al final por una de ellas. Pero qué tanto sabemos de ambas, o es acaso que simplemente seguimos la tradición por imitación vanal. Así que exploremos un poco cómo surgen ambas.
La música criolla se inicia con la llegada de los españoles, y prácticamente en Lima se construye de manera constante una identidad propia, transformando los géneros musicales y patrones estéticos importados. Desde la presencia de valses de origen vienés, mazurcas, jotas españolas, continuando con la influencia de la música francesa e italiana. Por tanto, la cultura popular limeña se fue perfilando a través de la transformación y decantación de géneros, de manera que se gestaron y desarrollaron algunas formas musicales hasta fines del siglo XX y que identifican lo limeño.
El 31 de Octubre de todos los años, se festeja el Día de la Canción Criolla. En la fecha, los compositores e intérpretes se juntan en torno de mesas democráticas en las que, junto con las canciones más emotivas del cancionero peruano, se entonara aires precursos de nuestro acervo. Se recuerda a los compositores próceres del criollismo y se brinda con entusiasmo cotidiano. La conmemoración no admite recortes de ninguna naturaleza. El Festejo es Total. Y uno de sus representantes más epónimos es Felipe Pinglo.
Pero por otro está la celebración de Halloween que es una tradición de origen celta, que se lleva a cabo principalmente en los Estados Unidos. La palabra Halloween proviene de los vocablos ingleses: All Hallow’s Eve (Víspera del Día de los Santos). Ocasión en que los niños salen disfrazados a pedir en las casas que se les brinde dulces, o de lo contrario amenazan con hacerles una broma a los dueños de casa. Sin embargo, la historia del Halloween proviene de hace más de 2,500 años. Y era cuando el año celta terminaba al final del verano, justamente el 31 de octubre. Situación en que el ganado era llevado de los prados a los establos para el invierno. Ese último día, se suponía que los espíritus podían salir de los cementerios y apoderarse de los cuerpos de los vivos para resucitar.
Para evitar tal tragedia, los celtas ensuciaban las casas y las “decoraban” con huesos, calaveras y demás accesorios, para que los muertos se guiaran por medio de estos para llegar a un lugar mejor. De ahí proviene la tradición de decorar con motivos siniestros las casas en la actual víspera de todos los santos y también los disfraces.
Sin embargo, qué tan importante es seguir una tradición?, y qué tal si tenemos la posibilidad de elegir nuestras celebraciones? Lo importante es pasarla bien y en compañía de nuestros amigos y/o familiares. Pero me parece que es cuestión generacional, ya que la fiesta de Halloween les es más atractivo a los niños y jóvenes. A los primeros para ir a pedir dulces a las casas y a los segundos para disfrazarse e ir a pasarla bien a una discoteca o fiesta particular. Sin embargo, en casa se quedan nuestros padres disfrutando con guitarra y cajón de las melodías que escuchaban cantar a sus propios padres, lo que no resulta apetecible para el primer grupo. No obstante, habría que hacer una campaña para unir a estos dos grupos.
¿Qué les parece fomentar una fiesta en que los jóvenes y nuestros viejitos estuvieran juntos divirtiéndose?, ¿Qué tal si habría la manera en que las barreras generacionales se rompieran? Sería fabuloso, verdad?. Por ello es que propongo llamar a nuestra nueva fiesta “CRIOLLOWEEN”, y se me ocurrió este nombre hace años, en mi época de estudiante y fue tan polémico como lo podría ser en este momento. Así que ya me imagino en locales acondicionados híbridamente los guitarristas y cajoneros disfrazados de calaveras. Y el néctar de la felicidad uniendo los corazones, o sea las chelas. Verdaderamente es una teoría sociológica bastante descabellada y desproporcionada a primera vista, pero tal vez más adelante resultase más comprensible para las nuevas generaciones.
Habría que experimentarlo pronto, pero por mientras levantemos nuestros vasos de cerveza y brindemos en honor de nuestro siempre recordado criollo Arturo “Zambo” Cavero. Quien ahora sigue cantando en la gloria del Señor. Ícono de la Música Criolla. ¡¡¡Salud!!!