viernes, 23 de octubre de 2015

31 de octubre: ¿Criolloween?

¿Cuál es el origen del Halloween?

Desde pequeños hemos crecido con la tradición en que los 31 de octubre, mientras nuestros mayores celebraban el “Día de la Canción Criolla”, toda la chiquillada convencían a sus padres para que les compren y/o faciliten un disfraz, ya sea total o parcial, y de esa manera sumarse a la muchedumbre de niños, quienes su vacilón era gritar a la entrada de las tiendas, restaurantes, e incluso tocar las puertas de las casas particulares, y siempre con el mismo ritmo: ¡Halloween! ¡Halloween! ¡Halloween!.

Y tanto es el bullicio que las personas, y/o dueños de tiendas o bodegas, prefieren regalarles unos dulces, que reciben dentro de unos recipientes en forma de calabazas, que seguir escuchando aquella diabólica tonada. Y por supuesto, por ser en la mayoría de los casos unos niños muy pequeños, son acompañados de la mamá, del papá o de algún familiar.

Por su parte, los jóvenes no son ajenos a esta fecha. Ellos aprovechan cada 31 de octubre para “tonear”, pero puesto que la festividad lo amerita, acuden disfrazados. Ya podrán imaginarse, o recordar que en aquellas épocas fiesteras, se veían una fila de personajes, como Superman, el Hombre Araña, Linterna Verde, y en el caso de las chicas, algunas como princesas, como Blanca Nieves, la Caperucita, etc. ¡Ah, pero un momento!, eso era antes, ya que el comercio oportunista les ofrece algo más llamativo y satánico.

Solo recuerden el 31 de octubre pasado. ¿Recordaron? Claro…ahora la moda de Halloween es disfrazarse de zombis, de muertos vivientes, de brujas, en fin, cualquier traje que incluya la sangre. Que por supuesto es artificial, pero que estando desprevenidos, de seguro que han asustado o asustarán a muchos.

No obstante, ¿sabes de donde procede tal tradición? ¿No? Pues entérense que el Halloween proviene de la cultura celta. Y justamente que aquella palabra tiene una etimología que es “All Hallows' Eve”, cuya traducción es “Víspera de todos los santos”. Sin embargo, también se le llama Noche de brujas.

En esta fecha, que hasta la actualidad en algunas partes del mundo, es festejada verbigracia en países como Canadá, Estados Unidos, Irlanda e incluso en Reino Unido, pero también en otras partes del planeta.

El Halloween fue un “rito” celta en que se rendía homenaje al Samhain, el cual tiene la proximidad de un día, puesto que en el 1 de noviembre, el mundo católico celebra el Día de todos los santos.

En ese día de las brujas, los colores más pintorescos son el anaranjado, el negro y hasta el morado, cuyos matices se asocian con el jack-o'-lantern.

Cada 31 de octubre se repite la misma escena. Los niños disfrazados con sus padres, los jóvenes “toneando” al ritmo de las “cortadoras”. Y el ambiente se viste de anaranjado con negro, siendo las calabacitas el objeto fijo para vender en dicha fecha.

Sin embargo, para que no les dé “pica pica” a los adultos mayores y/o simpatizantes de la música vernacular, pues aquí en el Perú aquellos 31 de octubre, la figura cambia radicalmente. Puesto que ni bien los relojes marcan la medianoche del 31 de octubre, empieza la jarana, se abren las botellas de cerveza, y los presentes se animan al ritmo de la guitarra y el cajón.

Y como representantes de la Música Criolla hemos tenido representantes como Felipe Pinglo, El zambo Cavero, Pepe Vásquez, Óscar Avilés, entre otros que ya no están entre nosotros. Sin embargo, aún sobreviven personajes como Augusto Polo Campos, los cuales son la esperanza que muchos de su generación luchan para que el Día de la Canción Criolla prevalezca, y solo podrá tener vigencia, cultivando, componiendo, cantando y tocando la guitarra, el cajón, etc.

Por todo lo expuesto, no hay por qué discutir y ser solidario y comprensivos contra la otra parte. Y que este 31 de octubre que ya está encima, podamos como mágicamente, celebrar un consensuado “CRIOLLOWEEN”. En que las generaciones se unan en un solo festejo y que desaparezca esa división que no ayuda en nada a que las familias celebren entre cajones y disfraces, una noche que un día se vestirá de gala, y una fecha en que se comparta la alegría de los que algún día en el pasado también fueron adolescentes y niños entusiastas en busca de diversión. ¡Viva el Criolloween!

Juan Mujica


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