Al fin llegó el momento en que
les tocaba anunciar al Premio Nobel de Literatura, y este año tal galardón fue
obtenido por la periodista y escritora Svetlana Alexievich, quien fue elegida
por la Academia Sueca.
Dicha institución resalta "sus
escritos polifónicos, un monumento al sufrimiento y al coraje en nuestro
tiempo".
La escritora, de 67 años, ha
captado la imagen rusa de la realidad y la vida dramática de la gente de la
URSS de antaño. De igual manera aborda la calamidad de Chernóbil, la guerra de
Afganistán y los conflictos del presente. Es muy analítica en su punto de vista
contra el gobierno de Bielorrusia.
Alexievich nació en Ucrania, y
su padre perteneció a la milicia soviética, y además era vernacular de Bielorrusia.
La escritora realizó estudios
de periodismo en la Universidad de Minsk, para luego desempeñarse en diversos
medios de comunicación. Para ello ya la familia se había trasladado a
Bielorrusia, luego que su padre desertó del Ejército.
Obtuvo sus primeros
reconocimientos con la obra La guerra no
tiene rostro de mujer, la cual llegó a culminar en 1983. Sin embargo,
debido a que su libro reprochaba el heroísmo soviético y por su crudeza, se
tuvo que esperar dos años para recién poderla publicar.
Tuvo una estigmatizada
influencia por el escritor Alés Adamóvich,
quien fue como su adalid. Abordó áreas con técnica de documental. Su predilección
es dejar drenar las voces soliloquios y corales, en el marco de las peripecias
del hombre rojo o también llamado homo soviéticus,
y además postsoviético.
Su producción literaria se
conduce sobre la Unión Soviética para dañar dicho concepto en diversas unidades
y repartidos en tragedias concretas.
En su pluma aborda el drama hacia
la muerte. Publicando en 1989 Tsinkovye
Málchiki (Los chicos de cinc), donde relata la peripecia del conflicto
en Afganistán. Cabe resaltar que para hacer más verosímil su obra, se tomó el
trabajo de viajar al terreno de la guerra y captar los testimonios de las
madres de los soldados que fueron presas del conflicto, quienes perecieron por
defender su causa.
Entre otras obras que publicó
destacan: Zacharovannye Smertiu
(Cautivados por la muerte - 1993), Voces
de Chernóbil en 1997, El tiempo de
segunda mano. El final del hombre rojo (ambos en 2014). Saliendo a la luz
pública en alemán y en ruso.
Del mismo modo expresa Alexievich
que el homo soviéticus aún está
vigente, y no es solamente ruso, sino que también es bielorruso, turcomano,
ucraniano, kazajo, etc.
"Ahora vivimos en
distintos Estados, hablamos en distintas lenguas, pero somos inconfundibles,
nos reconocen en seguida. Todos nosotros somos hijos del socialismo", exclama
la escritora señalando a los vecinos por la memoria.
También afirma que "El
mundo ha cambiado completamente y no estábamos verdaderamente preparados".
Prisionera todavía en el espacio soviético, Alexievich investiga con avidez y estoicismo
sobre el fin de una cultura, una civilización, unos mitos y unas esperanzas.
Por último, ella es una asidua
crítica del mandatario bielorruso, Alexandr Lukashenko. Y por motivos
ideológicos quizá radica gran parte del año en el extranjero, y los últimos
meses ha estado en Alemania, donde su literatura está muy cotizada y muy en
boga.
Juan Mujica
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