Para nadie es nuevo la fiebre y
el desenfreno que está sucediendo en nuestro país y a nivel internacional. Nada
menos que lo que podría ser una “moda de niños y jóvenes”. No obstante, al
igual que ha pasado con otras tecnologías, lo cierto es que cada vez más gente
se aúna a esta distracción, que como estamos observando se ha vuelto una pasión
por esta aplicación o este juego tecnológico, cuyos adeptos no son solo muy
jóvenes, sino que ha llegado a posicionar a personas más veteranas. Tanto en
Perú como en diversas partes del
planeta.
Esta “adicción” surge como
consecuencia de unos dibujos animados, que justamente se llaman “Pokémon” (no
sé por qué se tilda como palabra grave y se pronuncia como palabra aguda), en
que se enfrentan dos grupos: por parte de los buenos están Ash Ketchum,
Picachú, Misty y Brock, y por parte del equipo Rocket figuran: James y Jessie,
y aquel gato que no recuerdo su nombre.
El asunto es que estos dos
grupos se enfrentaban de una manera muy peculiar. Ambos combatientes, en vez de
luchar directamente, lo hacían mediante las “pokebolas”, de las que brotaban
unos monstruitos, quienes se peleaban con todo su poder hasta vencer o ser vencidos.
Ese era el chiste, y eso es lo que la mitad del planeta no comprende, pues no
vio estos dibujos que también estuvieron de boga como videojuegos.
Muchos, y no necesariamente
veteranos, califican a esta moda como anacrónica, y hasta tildan a estas
personas como que “no han tenido infancia”. No obstante, recordemos que lo
mismo pasó con las tarjetas de los “Garbage”, y recordarán los que ya pisamos
base 4, que en aquel tiempo en que estábamos en el cole, pues era nuestro vacilón,
ver a todos esos personajes que lindaban con lo fantástico y lo repugnante. Y
es por eso que nos gustaba tanto. Tanto que posteriormente salió a la venta el
álbum de “La pandilla basura”.
Dicha diversión no era
compartida por parte de nuestros padres, por lo que tuvimos que ver desaparecer
de entre nuestras manitas nuestra colección sórdida. Sin embargo, me vienen a
la mente muchos álbumes, como es de “Sport Billy”, y otros tantos que brindaban
información de las ciencias en general.
Pero volviendo al “Pokémon Go”,
aclaro que no estoy en contra de aquella diversión, sino lo que repruebo es la
consecuencia de caminar por las calles viendo las pantallas de los Smartphones,
y sin perder la concentración para localizar a los pokemonstruitos, que
conforme la persona que juega, se desconecta de su mundo exterior y solo tiene
concentración en su juego. Por tanto, al igual que las personas que caminan o
patinan con los audífonos puestos y a alto volumen, pues están también
propensos a sufrir un accidente o perder la vida.
De tal manera que el juego de
perseguir pokemones, ha llegado a tales extremos que algunos jugadores han llegado
a transitar por donde sea, y se han dado casos de personas (mayores) que han
arriesgado la vida y la siguen arriesgando al caminar de noche por los
cementerios, caminar por una banda elástica de edificio a edificio, y hasta caerse en una laguna.
De tal modo que no esperemos a
enterarnos de algún muerto (si es que todavía no lo hay), para regular y
fiscalizar el uso de los dispositivos móviles, ya que tarde o temprano van a
haber y seguirán habiendo muertos y más muertos, ya que el asunto es
internacional.
Juan Mujica
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