Hace mucho, pero mucho, pero
mucho tiempo. En los andes peruanos existía una población, cuya cultura estaba
basada en la siembra y recolección agrícola. Además, aquella civilización se
hacía llamar Los Incas. Ellos estaban
ahí desde que se tiene memoria. Sin embargo, lo que hasta nuestros días no se
entiende, es que no valoraban los objetos hechos de oro. A pesar que aquel
metal precioso era muy abundante, solo lo usaban como adorno. Y durante el
mandato de sus 14 incas, su pueblo, era muy obediente a sus órdenes.
-¡Oh señor Sol! ¡Apu kontiki Wiracocha! –le pedía el Inca
gobernante, a su deidad-. Haz que llueva para que crezcan nuestros cultivos.
Y tanto era el deseo de los Incas, que como cosa de magia, a
pocos días se iniciaba una gran lluvia. Por lo que aquel gobernante agradecía,
dotando a la madre tierra de su mejor chicha, y de su mejor festín.
No obstante, cuentan las tradiciones orales, que en aquellos
tiempos, tanta fue su admiración por su dios Sol, que edificaron un gran
legado. Una construcción de tamaño gigantesco. La llamaban “Machu Picchu”, que
en castellano significa “Montaña Vieja”. Dicha obra, que hasta nuestros días
podemos apreciar, se localiza en la ciudad del Cusco.
En los tiempos de los antiguos gobernantes, se construyó
aquel agradecimiento al dios Sol, pero todavía hasta la actualidad, los
investigadores y entendidos en arqueología, no están del todo convencidos sobre
su antigüedad, es decir, en qué años de la historia de nuestro planeta Tierra fue
creado.
Mucha gente, le sigue la corriente a las habladurías de los
abuelos, de los abuelos, de los abuelos. Pero, ni aún así, ni ellos mismos
tienen la certeza sobre su antigüedad, o por las causas de su construcción.
Hasta que un pionero, llamado Hiram Bingham, supuestamente fue el
“descubridor”, de aquella montaña incaica. Son muchas las teorías, sobre su
aparición inicial, pero son mucho más, quienes se resisten a que fue una labor
dirigida por gente de otros mundos. Son muchos más los compatriotas y extranjeros,
quienes se niegan a creer que los autores hayan sido extraterrestres.
-Oh, señor Sol –decía el Inca Pachacutec en el siglo XIV-.
Haz que nos vaya bien en las conquistas de otros pueblos cercanos.
Y dicho y hecho, en aquellos tiempos, ya sea gracias al dios
Apu Kontiki Wiracocha, o a la suerte. Se le reconoce a este Inca el mayor dominio
territorial, el cual abarcó mucha expansión geográfica. ¿Que cómo lo
logró?...eso ya es parte de otro cuento.
Juan Mujica
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