sábado, 23 de marzo de 2013

Los nanobots



Juan Mujica

Erase en los tiempos de los enfrentamientos de las máquinas con los humanos. En una guerra dantesca y futurista; se encontraban en una precaria vivienda que servía de mini-hospital; yacían en sendas camas unos pacientes, cuyos cuerpos eran el resultado de aquella guerra. Sin embargo, los doctores que los estaban atendiendo por motivos desconocidos se hubieron dado a la fuga. No obstante, para bien o para mal, dicho hospitaloide fue invadido por unos científicos, quienes tenían planeado experimentar con humanos. No teniendo la paciencia de primero hacerlo con ratones.


Entonces, estos científicos que no se sabía de dónde habían venido, tenían un plan descabellado. Como tenían en sus manos unos nanorrobots o nanobots, cuyo tamaño era microscópico y que así como podían servir para el bien de la humanidad, también podrían ser utilizados para el mal. Así que los científicos ni cortos ni perezosos se preparaban para experimentar y sacaron los nanobots y los inocularon en una muestra de sangre que encontraron. Y al ver por el microscopio electrónico, pudieron darse cuenta de la reacción de los glóbulos blancos y los glóbulos rojos. Estos primeros salieron en defensa, tal y como es su papel normal, frente a los cuerpos extraños.

            -Miren, los leucocitos están en plena batalla, jaja, pero no pudieron contra los nanobots –expresó uno de los científicos.

            -Veamos que sucede con los eritrocitos.

            A pesar que estos glóbulos rojos están acostumbrados a llevar el oxígeno a los diferentes tejidos del organismo; y teniendo como componente a la hemoglobina, tampoco fueron rivales para los nanobots, quienes solo se pigmentaron de rojo. Fue entonces que la comunidad de glóbulos blancos (leucocitos) y los glóbulos rojos (eritrocitos), decidieron unir fuerzas y formar un solo frente. Es decir, que los generales de ambos bandos ahora estaban fusionados.

            -¡Soldados! –gritó una voz enérgica-. ¡Ataquen!

            -Jajaja –se burlaban los nanobots, quienes ahora se creían los reyes de los organismos,

            -Miren colegas, los eritrocitos y los leucocitos se han fusionado. Y más aun, están combatiendo a los nanobots –pronunció uno de los científicos y siendo compartido el microscopio electrónico por los demás colegas.

            En efecto, ahora los leucoeritro estaban más fuertes que nunca. Y además estaban convencidos que aquellos nanobots eran pura boca y que no eran rivales sin estar unidos. Así que aprovechando esta situación los leucoeritro atacaron y pudieron vencer a aquellas máquinas microscópicas.

-Vaya, vaya, así que aquellos glóbulos se creen mucho. Pues veamos qué pasa si inoculamos el triple de nanobots.

Y así lo hicieron. Así que como su número de huestes era el triple pudieron vencer nuevamente. Pero tanta fue la humillación de los glóbulos, que se prepararon para el “plan B”. Dicho y hecho, invocaron a los glóbulos blancos y rojos de los cuerpos que estaban en el pequeño hospital precario. Y como era de esperarse acudieron en su ayuda, aunque aquellos glóbulos no estaban del todo en buen estado, pero igual se presentaron en aquella muestra donde se mezclaba una numerosa cantidad de rivales.

-Miren colegas. Los leucocitos y los eritrocitos están multiplicándose.

-¿Quién iba a imaginarlo?

Y mientras los científicos estaban admirando la batalla, fue cuando invocaron a los glóbulos de los cuerpos de los científicos. Así como lo lee. Los leucocitos y los eritrocitos de los científicos en forma de humo se trasladaban a la muestra. Sin embargo, los nanobots no se rendían, y se fusionaron con los leucoeritros. Formando así los nanoleucoeritrobots. Y al ver aquella fusión, los científicos se alarmaron.

-¡Nanoleucoeritrobots, ahora somos invencibles!

-Ya no dependemos de los humanos.

-¡A conquistar la Tierra!

Fue así que aquella coalición entre los glóbulos blancos, los glóbulos rojos y los nanobots de ahí en adelante sometieron al planeta. Y con el tiempo los humanos pasaron a ser esclavos de aquella raza tripartita. La Tierra pasó a volverse albirroja, ya que los océanos se tornaron rojos y las montañas blancas. Sin embargo, mientras los nanoleucoeritrobots descansaban dentro de los humanos, llegó el día en que una raza de extraterrestres, quienes venían en un meteorito de cien toneladas, irrumpió en la tranquilidad del planeta. Se hacían llamar megabots.

-Somos conscientes que han avasallado a los humanos. Así que venimos a liberarlos de ustedes –decía uno de los generales.

-Ciertamente, son ustedes unos imperialistas, y nosotros, quienes teníamos lazos de amistad con los humanos, venimos a emanciparlos de su raza microscópica –pronunció otro de los generales.

-Jajaja, dicen que quieren guerra, pero ni siquiera pueden vernos. Ustedes son megaloides y nosotros microscópicos. Aunque parezca mentira, es una ridiculez iniciar una batalla –pronunció Leux, quien era uno de los jefes de los glóbulos blancos.

-Yo creo igual que mi camarada. Es absurdo –sostuvo Erix, quien era el jefe de los glóbulos rojos.

-Pues a mi no me parece mala idea, ya que gracias a que nos fusionamos pudimos vencer a los humanos –dijo esta vez el jefe de los nanobots.

-¿Ah, sí?, pues entonces nos separamos de ustedes nanobots.

Fue entonces que los glóbulos rojos y los glóbulos blancos volvieron a los organismos. Quedándose solos los nanobots, y más bien atacaron a los científicos y se internalizaron en sus cuerpos. Hasta el día de hoy. Y los extraterrestres devolvieron a los humanos el don de la vida, y se retiraron tal y como vinieron, sin dejar rastro, pero la Tierra se quedó albirroja en señal que una vez los glóbulos fueron los amos de los humanos.

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