Juan Mujica
Las pisadas caen,
el dolor arremete,
y el calor del helio
flagela,
los navegantes se
arrastran en el atolón,
casi deliberando,
soportando la
desdicha,
muriendo en vida,
pero
no olvidando que más
adelante
su sed añejada hace
días, perecerá,
cual viento que se
pierde en el desierto
Es ahí cuando
encuentran la lágrima,
corren tras ella,
pero el espejismo de
una realidad,
inexistente se
evapora frente a sus ojos,
y la arena se vuelve
más corrosiva,
solo una esperanza
tiene que salvar
su burlada
existencia, y es
volver al tirano mar.
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