José María Eguren |
Un día como hoy nació el poeta,
escritor, pintor y fotógrafo peruano, José María Eguren Rodríguez. Legándonos
sus obras más célebres, como Simbólicas y La canción de las figuras.
Hace 146 años, en 1874, vino al
mundo dicho compatriota. Fue hijo de Eulalia Rodríguez Hercelles y de José
María Eguren Cáceda.
Es
posible que la época que le tocó vivir, es decir, aparte de su salud precaria,
experimentando los estragos de la guerra del Pacífico. Le sirviera de estímulo
para volcar sus pensamientos hacia la poesía.
Estudió en el Colegio de la Inmaculada, y posteriormente en el Instituto
Científico. Ambos en Lima. Sin embargo, desertó de sus estudios, y se endilgó a
una enseñanza autodidacta.
Ya en 1897, se enrumbó hacia Barranco, habiendo perdido a sus padres, y
la “diáspora” de su familia. Excepto sus hermanas Susana y Angélica.
Se puede decir que se enraizó en dicho distrito, ya que se quedó
viviendo allá más de 30 años. Lugar donde era visitado por muchos personajes,
pero por ejemplo por los poetas Martin Adán y Emilio Westphalen.
Debido a su salud precaria, lo compensó con muchas lecturas. Abordando
los contenidos de poetas románticos y modernistas. Tales como Julio Herrera y
Reissig. Además de otros decadentistas y simbolistas europeos. También fue
influenciado por autores franceses como Baudelaire, Verlaine, Mallarmé. Y otros
tantos, como D’Annunzio y Edgar Allan Poe
Publicó poemas en diversas revistas de aquel entonces. Gracias a los
consejos de escritores como José Santos Chocano. Propalándose su pluma en
revistas como Lima Ilustrada y Principios. Además de otras publicaciones como
Contemporáneos, La Noche, Cultura, Colónida, etc.
Incluso se sabe que el mismísimo César Vallejo, en marzo de 1918, lo
entrevistó, siendo corresponsal del semanario trujillano La Semana, donde
manifestó sus memorables palabras:
“¡Oh,
cuánto hay que luchar; cuánto se me ha combatido! Al iniciarme, amigos de
alguna autoridad en estas cosas, me desalentaban siempre. Y yo, como usted
comprende, al fin empezaba a creer que me estaba equivocando. Sólo, algún
tiempo después, celebró González Prada mi verso”.
Esgrimista
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