Juan Mujica
Hace millones de años, mucho antes que exista pangea, existía un continente llamado “Sentidia”, en el cual habitaban criaturas muy peculiares. Al norte, estaban los optoides, quienes eran unas criaturas muy extrañas. Imagínense un ojo con pies y manos, más o menos así. Luego al sur, se ubicaban los lenguardos, que eran unos seres muy parecidos a los anteriores, pero que en vez de ojo tenían una gran lengua en el 80% de su cuerpo. Las mismas características tenían los rinopes al centro, los otongos al este y al oeste; los táctiles en estado nómade permanente y al igual que los anteriores, destacaban por su naturaleza que les daba nombre.
Cierto día y cuando nadie se lo esperaba ocurrió un gran terremoto en todo Sentidia, el cual parecía un gran cuerpo moviéndose a su antojo como tratando quizá de acomodarse. Sin embargo, los optoides vieron que todo se movía a su alrededor. Por su parte, los rinopes, pudieron oler que la desgracia se les venía a mil por hora. Además, los lenguardos empezaron a gritar por su desdicha. También los táctiles empezaron a palpar soluciones para salvarse de una muerte segura. Sin embargo, fueron los otongos quienes pudieron oír los consejos del espíritu de Sentidia y sobrevivir de las garras de la muerte.
Así que de ahí en adelante se admiró a los otongos por su gran capacidad de escuchar y recepcionar información valiosa que les duraba toda la vida, y compartieron la sabiduría con las demás criaturas de Sentidia, quienes los nombraron reyes del continente.
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