Qué chévere era antes de la coyuntura que atravesamos, el asistir a presentaciones de libros. O el placer de acudir a las librerías y comprar los libros ya sean clásicos o los de moda que "dan la hora". Y los que somos autores, qué emoción sentíamos el apreciar cómo avanzaba el proceso de organización de las presentaciones de nuestros libros. No obstante, debido a la pandemia y en el caso de nuestro país, todos aquellos placeres se ven truncados y postergados, hasta que llegue el día en que podamos "invadir las calles". Circular como antes, pero claro está, como lo han dicho desde el inicio, la nueva normalidad no será ya nunca más como teníamos acostumbrada nuestra conducta.
Definitivamente, y aunque suene a burla nos falta "lavados cerebrales en masa". Pero que no se tome literalmente, sino tomar nuestro comportamiento con las debidas medidas, como si fuéramos una civilización nueva. Puesto que nuestra conducta, a lo largo de esta cuarentena, ha sido duramente criticada. Y no se les puede culpar, ya que aunque a una mayoría no les da la gana de "cambiar", aunque se les ponga el megáfono pegado a las orejas, todavía existe malos elementos, y sobre todo la gente, a la que llamo "la masa en declive". Que reta a la muerte y también pone en riesgo la salud de los demás.
Volviendo al campo literario. Para algunos quizá está siendo una oportunidad para leer, mucho más de lo que tenían acostumbrado hacerlo. Y por supuesto a muchos colegas escritores se les ha facilitado, el tener tiempo para retomar, aquellas obras que habían estado procrastinando. O también, plasmar aquellas ideas que fulguraban día a día, mes a mes, e incluso durante años. Muchos han podido y están acuñando aquellas ideas, "flagelando sus teclas" y alumbrando sus ideas. Situación que cristaliza el pensamiento, que de una mala experiencia se puede aprovechar para crear algo nuevo y deslumbrante.
Y en cuanto a la situación internacional que estamos atravesando, es un "jalón de orejas" como una punición del planeta. Aquel virus Covid-19, está flagelando y asesinando a mucha gente en el mundo. Y por ejemplo este terremoto ocurrido en México, de 7.5 grados, es una prueba más de la severidad de nuestro planeta, o si se quiere de la madre naturaleza, para que tomemos conciencia, que algo malo estamos haciendo, y que debemos mejorar. Y si no lo hacemos, no habrá literatura, no habrá lectores, y no habrá civilización, ni piedra sobre piedra.
Esgrimista
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