lunes, 9 de noviembre de 2015

Cavernarios tecnológicos

A falta de notas interesantes me tomé la licencia de opinar sobre las malas costumbres de algunas personas, por lo menos aquí en la capital. Se ha perdido (si es que antes lo hubo) el sentido común. Si bien es cierto, que países como Japón o China nos venden automóviles y artefactos en general, lo cual debería verse como un avance.

Sin embargo, el avance de la tecnología es tan raudo, que prácticamente les estamos comprando lo que ya es obsoleto para ellos. Hablando en cristiano “les compramos su basura”. No obstante, ya no causa admiración que al subir a una combi o a un bus, ver a más de cinco personas manipulando sus smartphones.

Parecería a ojo de buen cubero que vivimos en una sociedad del primer mundo. Sin embargo, qué es lo que vemos que ya es tomado con naturalidad. Recuerdo que hace muchos años estaba en una custer y subió un niño que vendía golosinas. Entonces le compré un par, y como tenía hambre abrí la envoltura y procedí a comer, pero lo que me causó asombro es que aquel niño me dijo: “señor, yo se lo tiro”. Expresión que me dio a pensar que él lo guardaría para tirarlo en un tacho público. No obstante, sin más miramientos, abrió la ventana y arrojó la envoltura a la calle.

Y otro de los casos es que se ha perdido el respeto por el espacio público. Ya que como se habrán enterado, hace poco se difundieron las imágenes que captaron el momento que dos pasajeros del Metropolitano se agarraron a puño limpio, sin interesarles las personas que viajaban con ellos, así como la presencia de mujeres y niños. Sin embargo, en algo se está corroborando el uso de las cámaras de los celulares. Muchos noticieros utilizan estas imágenes para informar al tiempo que muestran los sucesos de la jornada.

Por tanto, mi reflexión se encamina a que a pesar que somos una computadora andante, de nada sirve que en el aspecto tecnológico hayamos avanzado, si no lo hacemos a la par con una cultura de conservación de los espacios públicos y privados.


Así que a tomar conciencia de nuestros actos y ser consecuentes, para que nuestro país camino al bicentenario, reciba el reconocimiento internacional y se endilgue hacia un derrotero del progreso nacional.

Juan Mujica

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