Durante mucho tiempo se ha
conciliado la idea que el ser humano; más específicamente el homo sapiens
sapiens tiene un techo, es decir, que su capacidad craneana solo utiliza un 10%.
Entonces la pregunta que cae de madura sería “¿Qué pasa con el otro 90%?
-¿Usted qué opina colega… cuál
sería la razón que anquilosa el desarrollo del coeficiente de nuestra civilización?
-pregunta un científico a otro científico, mientras le da la espalda por unos
segundos y observa el firmamento por un ventanal-. Luego de tanto tiempo, y que
encima nuestra edad se ha quedado “clavada” como edad contemporánea.
-Pues la verdad que es un enigma
tan grande como la dimensión del universo -contesta el otro científico,
acomodándose sus anteojos y limpiándolos con un pañuelo blanco-. Sí que es una
pregunta grande, e incluso podría deducir que en este mismo momento “las
grandes mentes del planeta” están tratando de encontrar los eslabones que conecten
con el soñado porcentaje, es decir, con el 100% de la capacidad cerebral.
Mientras
tanto, en otro lugar algo lejano, dos borrachitos se cuestionan sobre las
respuestas y los enigmas, a través del fondo de las botellas.
-Oe, compare. Ta que no seas
terco -le dice uno al otro, y los dos totalmente ebrios-. Te digo que la luna
es un gran trozo de queso.
-¿A quién quieres engañar compare…?
¿Crees que soy ignorante? Es como decir que tú eres más inteligente que Instein
-le respondió al otro borracho, mientras se terminaba lo que quedaba en su vaso
de vino.
Al
parecer, aquel lema que dice “en un mundo de ciegos, el tuerto es rey”; estos
dos últimos personajes no tienen ni la menor idea “actualizada” sobre los
últimos avances de la ciencia. No obstante, incluso los dos primeros
científicos están lejos de alcanzar el máximo porcentaje de la capacidad
craneana. Sin embargo, no podríamos descartar que hay “entes” entre nosotros
que tengan un mayor coeficiente. Humanoides que están ocultos, y que ayudan a prosperar
a los Homo sapiens sapiens. Y mientras Hollywood nos recrea la idea de cómo
sería tal adelanto, que implicaría: la telepatía, telekinesis,
teletransportación, viajar por el tiempo, e incluso mayores poderes cerebrales.
Todo eso podría suceder, pero habría que esperar. Sin embargo, por el momento,
aquellos dos científicos: de lunes a viernes hablan como dos académicos de su
materia, pero los sábados y domingos, se transforman y parlan como dos trogloditas,
tratando de encontrar las respuestas al fondo de las botellas.
-Salud colega, ta que el
firmamento está bien chévere.
-Tú lo has dicho compare. Mira
esas estrellas… se parecen a los vericuetos del cerebro humano. Tanto que
descubrir y tan poco trago, jaja.
Este
último diálogo, es la prueba que al final todos nos entendemos, ya que procedemos
del mismo “árbol” o de la misma “universidad de la vida”.
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