Hace mucho tiempo que ya se
perdió de las memorias, existía un personaje al cual recurrían las personas
cuando estaban con un problema o cuasi desesperados.
-Oh, Jazmúm, gran genio. Aparece…
te lo suplico -lo invocó un pobre hombre que se moría de hambre.
En
ese momento las arenas cobraron vida y empezaron a dar vueltas y levantarse,
hasta que hizo su aparición el genio.
-¿Quién acude a mí, y qué puedo
hacer por ti?
-Oh, gran genio. Hace tres días
que no como. Por favor, dame comida para saciar mi voraz hambre -le suplicó el
pobre hombre que se moría de inanición.
-Muy bien, toma estos alimentos y
sacia tu hambre, pero recuerda que no podrás invocarme hasta que aparezcan cinco
lunas llenas.
El
pobre hombre agradeció mucho a Jazmúm y cargó los alimentos y se fue por el
desierto. Sin embargo, luego, apareció un hombre que invocó al genio con una
petición muy peculiar.
-Oh, gran genio, da movilidad a
mis brazos y en agradecimiento elaboraré una estatua. Idéntica a tu figura.
-Muy bien. Recobra la motricidad
de tus brazos, pero recuerda que no podré concederte más deseos hasta que pasen
10 lunas llenas.
Efectivamente,
el señor que estaba inválido de los miembros superiores recuperó sus
movimientos. Y luego de varios días se apresuró en elaborar una estatua tan
igual como era la figura de su benefactor. No obstante, apareció una mujer e
invocó a Jazmúm.
-Oh, genio de genios, ayúdame, te
lo suplico.
E hizo su
aparición, y la mujer le rogó que le conceda un hizo al cual poder amar, puesto
que ella era infértil. Por lo cual, Jazmúm luego de dos palmadas le dijo:
-Mujer, en la próxima luna llena
gestarás un infante.
-Gracias, genio de genios.
Sin
embargo, Jazmúm ya estaba un poco estresado de conceder deseos. Así que hizo
algo descabellado: paralizó la luna, para que ya no se viera como luna llena.
No obstante, pasado un buen tiempo, aquella gente recordaba lo que Jazmúm les
había dicho; pero, aquella figura que había elaborado uno de sus agradecidos beneficiados,
se convirtió en un monumento al que muchas personas se le acercaban y le pedían
deseos. Y aunque Jazmúm se extrañaba que veneraran a esa figura, es posible que
de ahí surgió en su pensamiento… “Genio y figura…”.
Esgrimista
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