Durante mucho tiempo existen y
existieron personas, que se dedicaron y/o que se dedican a leer el porvenir.
Personas que aseguran leer el futuro de la gente. Están presentes desde hace
mucho, y prometen que leen las líneas del destino.
-¿Así que Ud. puede ver mi
futuro? -le pregunta un joven que casualmente pasaba por allí.
-Así es. Permíteme tu mano, por
favor -exclama la mujer, vestida como gitana-. Veo que te casarás y tendrás dos
hijos.
-¿Ah, sí? Todo bien. Solo un detalle.
Todavía me falta la novia.
Es
así que estas señoras prometen leer el futuro. Un augurio que ellas juran
sucederá tarde o temprano. Algunas de ellas se les veía en la Av. Aviación. Y pretendían
leer el destino de la gente.
En
una ocasión pasó un borrachito, y una de estas señoras no dudó en abordarlo.
-¿Qué… qué pasa seño… hic? -decía
aquel alcohólico, tratando de no perder el equilibrio.
-Déjame leerte el porvenir -le
aseguraba una de estas señoras-. Veo que eres un hombre desdichado, y que te
refugias en la bebida para olvidar tus penas.
-Jaja… no seño… hic… lo que pasa
es que es mi cumple, hic..
Nadie
sabía de donde venían estas señoras, que ya estaban en edad de jubilarse.
Fue
entonces que pasaba por allí, digamos un Perico de los Palotes. Así que una de
aquellas pitonisas no dudó en abordarlo.
-Señor, déjeme leerle su futuro
-le decía la señora, sin sospechar quien era este señor.
-¿Ah, sí? A ver, dígame…
-Veo que Ud. va a sufrir un
accidente…
-¿Ah, sí? No me diga. Solo hay un
pequeño detalle. Yo veo y no hay novedad en mi monte de Venus, ni en mi monte
de la luna, ni en mi llanura de Marte -expresó el señor, dejando sorprendida a
la pitonisa.
Por
tanto, que por casualidades como esa, es posible que haya surgido la frase: “Entre
gitanos no nos vamos a leer las manos”.
Esgrimista
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