Como si fuera gota a gota que llene un océano. Del mismo modo un reloj de arena, segundo a segundo van bajando granito a granito las arenas. Hasta que al fin terminado el tiempo esperado se vuelve a voltear el instrumento. En este caso lo utilizaban en un susodicho hospital hace mucho tiempo. Eran tiempos de aprendizaje y de nuevos inventos. Y como siempre, la sangre escaseaba, y peor aún, no había donadores de sangre. En aquella época las personas que perdían sangre tenían un pie en su sepultura. Sin embargo, hubo un personaje que llegó de pronto, pidiendo auxilio y pidiendo que le den sangre. No obstante, el personal y doctores de aquel hospital, le dijeron que la sangre se había acabado. Fue entonces, que viendo que no querían dársela, se quitó el abrigo y se dio a conocer. Era el mismísimo Drácula, quien había rastreado el olor al líquido sanguíneo. Entonces, una vez dado a conocer, no perdió tiempo, y viendo su reloj de arena, se lanzó a la yugular del personal del hospital. Y sin perder más tiempo lo hizo con los doctores, puesto que él alucinaba que dicha sangre era mucho más sabrosa y embriagadora. Fue entonces que aquel hospital quedó regado de víctimas de Drácula. Por tanto, cumplida su misión se convirtió en murciélago, y fue visto por Batman, el cual le dijo:
-¿Quién eres tú? Yo conozco a todos los quirópteros. Te exijo en este momento que te desenmascares y me muestres tu identidad.
-Muy bien. Tú lo has pedido -dijo el chupasangre-. Soy Drácula -dijo mostrando sus colmillos.
-Así que tú eres la leyenda. El célebre Drácula -dijo Batman.
No obstante, el chupasangre pensó que lo impresionaría. Sin embargo, Batman lo puso en su sitio diciéndole:
-Por orden del sindicato de murciélagos, quedas fuera de servicio y vedado de tus funciones por tiempo indefinido.
-¡No puede ser! ¿Y ahora de qué viviré?
-No te preocupes, que puedes vivir de la sangrecita de relleno que venden en todos los barrios. Es muy rica y así que reflexiona sobre tus malos actos, y sobre todo no vuelvas a asaltar los hospitales o quedarás convertido en quiróptero por cinco centurias y un día.
-¡Cinco centurias! -rugió Drácula enloquecido.
Fue entonces que se dio un tiro en la sien, y se dejó caer en lo que llamaban mar rojo, donde se pensó por mucho tiempo que era la sangre de Drácula y que lo enrojeció hasta nuestros días.
Esgrimista
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