miércoles, 20 de octubre de 2021

Micro-relato 15: Tres elementos: Gárgolas, molinos de viento, armadura


Por mucho tiempo las gárgolas han estado como guardianes en las cimas de inmuebles, que parecían acariciar el cielo. Sin embargo, pocos son los conocedores de la misión de aquellas estatuas, que tan solo en algunos casos se sabe que se llaman gárgolas. Y un buen día, o mejor dicho, un mal día. Un gran grupo de personas "desfilaba" en las cercanías. Por lo que todos aquellos monumentos de piedra, divisaron la marcha y se pusieron en alerta. Al parecer se trataba de un grupo de orates, los cuales, mismo don Quijote, estaban decididos a batallar con lo que sería para ellos sus "molinos de viento". Era gente enloquecida, sin ningún propósito de personas cuerdas. Representaban una amenaza para los transeúntes en general que circulaban por ahí, aquel 29 de febrero. No obstante, uno de ellos como obedeciendo a sus ideas fantasiosas, se colocó una armadura y a falta de caballo montó una moto, con la cual se endilgó hacia aquel edificio donde se encontraban las gárgolas, y el resultado fue que se estrelló vertiginosamente y como no llevaba casco, murió en el acto. No obstante, eso no detuvo a las demás personas de estos locos de remate. Y uno de ellos, le quitó su bicicleta a un chico, y sin importarle sus quejas y gritos, se abalanzó y como era de esperarse, se estrelló, y como tampoco llevaba casco, murió a los segundos del gran impacto. Quedó uno de los valientes, pero no era una persona común. Se trataba de un danzante de tijeras, con todo y su traje. Por lo cual, en vez de enfrentarse a aquellos edificios, y según ellos a las gárgolas, se puso a danzar en medio de la pista, como queriendo de repente invocar a los "apus", y destruir a aquellos "molinos de viento". No obstante, cansados de ver dicho espectáculo, dos de las gárgolas retomaron su motricidad y se le fueron en picada. Uno de ellos lo cogió con su gran garra de un brazo, y la otra lo sujetó de una pierna. Luego de lo cual, ambas gárgolas elevaron el vuelo y cada vez más se elevaban y se elevaban. Hasta que sin remordimiento alguno lo soltaron y lo dejaron caer. Sin embargo, haciendo una "vuelta de tuerca", no cayó y murió en el acto, sino que cayó en una piscina inflable y llena de agua. Y aunque parezca mentira, en ese momento recuperó la cordura. Y luego de ver sus entornos se preguntó:

-¿Qué hago aquí? ¿Y por qué estoy en esta piscina?

Por su parte, los demás locos se quedaron atónitos por haber sobrevivido en primer lugar, y también por ya no tener sus ansias de batallar contra las gárgolas, que las consideraban como sus "molinos de viento". No obstante, viendo las gárgolas lo que había pasado con el tercero. Se pusieron de acuerdo y retomaron su motricidad, luego de lo cual se fueron en picada para hacerles lo mismo a los demás orates. No obstante, como recordaremos que las gárgolas se vuelven de nuevo de piedra al salir el sol. Pues que como se trataba de un gran grupo de gente retorcida, para su mala suerte a muchos de ellos les cayó el amanecer, y no solo las gárgolas se petrificaron. Sino que muchos de aquellos locos se estrellaron contra el pavimento. Muriendo en el acto. Y solo para poner la "cereza en la torta". Todas esas gárgolas que quedaron, como por arte de magia se enloquecieron, y al anochecer se enrumbaron en picada y se pusieron a atacar a las personas que circulaban por las oscuras calles, y los sujetaban, y luego de elevarlos a grandes alturas los soltaban y ya no estaban las piscinas. Por lo cual, quedaban en las pistas charcos de sangre. Y eran ahora las gárgolas que buscaban a su don Quijote.


Esgrimista

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