Como era su costumbre un duende se paseaba de higuera a higuera, jugando y paseando con otros duendes. No obstante, mientras comía un higo diviso una caja de fósforos. Y en ese momento, por su mente pasaron muchas interrogantes: ¿De quién sería? ¿A quién se le habrá caído? ¿Será de un fumón? Sin embargo, para no desperdiciar la oportunidad se lo llevó a uno de sus compinches, que de vez en cuando fumaba su pipa. Y cuando este último fumaba muy quitado de la pena. De repente, como si tuviera una gran visión, divisó la luna (Selene), y lo más raro era que pudo ver a pesar de la distancia a un habitante de Selene, es decir, a un selenita. Ya imaginaba que lo que contenía en su pipa era un elemento para alucinaciones muy fuerte. No obstante, cuando le preguntaba a otro duende, le decían que ellos solo veían a Selene. Por lo cual, tomó una importante decisión. Invocó al dios de los duendes y le pidió que lo enviara a nuestro satélite natural. Fue así que de un par de aplausos ya apareció en nuestra luna. Y para su sorpresa vio que se trataba de un muñeco que se asemejaba a un humanoide. Por tanto, quedó decepcionado de este falso ser vivo. Y le pidió al dios de los duendes, que lo regresase a la Tierra. No obstante, al hacerle tal petición, para su sorpresa Grum (su deidad) le dijo que no podía regresarlo. Y el duende de la pipa al preguntarle, que por qué no podía regresarlo. Su respuesta fue insólita:
-El sindicato de seres fantásticos y dioses estamos en huelga -cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia.
Esgrimista
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