miércoles, 3 de noviembre de 2010

Mi feliz ayer

Brighit Cornejo

(Epígrafe: Esto fue escrito hace mucho tiempo, vaya que cuando me siento triste, soy terrible expresándome, disculpen queridos lectores si hiero algunas sensibilidades en cuanto narre, la parte de autolastimación. ¿Fantasía o realidad? Esto me encanta, porque puedo ponerle de las dos cosas, ojalá y les guste).

Mi feliz ayer

Este nudo en la garganta, no me deja respirar, no me deja pensar; hoy lloro, me gustaría, poder volver al ayer, el ayer que me fue robado justa o injustamente (no sé), el ayer en el cual yo podía sonreír libremente, el ayer en donde todo de alguna manera estaba bien, y el ayer en el cual yo era feliz. Tan solo los tres: SILVERT, SAMANTHA y BRIGHIT, nos teníamos el uno al otro. Nos amábamos con locura, estábamos a pesar de todo y de todos, juntos; nos prometió que así sería por siempre y para siempre, que ninguna fuerza sobrehumana (ni ninguna, otra fuerza) podría separarnos. Desesperadamente empiezo a golpearme las piernas, brazos, llegando por último a la cabeza, de alguna manera tenía que irse el dolor por el cual estaba siendo poseída, y la idea de AUTOLASTIMARME, había pasado por mi cabeza, dando rienda suelta a una mente autodestructiva que no conocía hasta ahora.

Me odio, me odio, odio esta vida, odio a todos… ¿Por qué todos podían ser felices y yo no?, ¿Por qué la vida me había privado de mi furtivo sueño, que era el de tener una familia?, ¿Por qué todo era tan DIFíCIL? Las lágrimas seguían cayendo, estas no podían cesar. ¿Alguna vez volvería a ser aquella niña feliz que fui?, ¿Podría recuperar el ayer que me fue robado? ÉL. ¿Podría aceptar su pasado, su presente?, ¿Me volvería a amar como antes lo había hecho?; anhelaba con fuerzas increíblemente desgarradoras y sobrenaturales un beso suyo, una palabra de aliento, una caricia, era su fan número uno, lo soy. ¿Por qué no podía darse cuenta de eso?

 ¿Podría meterme alguna vez, en su cabeza y así poder descubrir que cosas habitaban hay?, ¿Qué cosas pensaba? ¿Qué MIERDA, era lo que le estaba pasando?, ¿Había sido esclavo de alguna especie de posesión?; cansada, dejo caer el insignificante (pero de gran ayuda y es por eso que lo conservaré) cable que encontré tirado. ¿Para qué seguir viviendo?, caigo tendida en el piso; con las luces apagadas de la habitación, el ínfimo reflejo de luz que cae sobre mi cara, de un pequeño faro que observo allí tendida, abatida y adolorida detrás de la ventana, me deja casi ciega, aún llorando sigo pensando y anhelando el ayer, el ayer, tan solo volver a mi feliz ayer.

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